Capo Carbonara - Villasimius
La zona marina protegida de Capo Carbonara está en la zona sureste de la Cerdeña, de Capo Boi hasta la isla de Serpentara, con una extensión de unos 86 kilómetros.
En esta zona marina también está la isla de Cavoli, Berni, delante de Villasimius, Mezze y Libeccio, y al sur de la isla de Cavoli, Santa Caterina, en cuyas aguas reside la estatua de la Virgen del náufrago, así como Pescatelli, frente al Puerto de Sa Ruxi.
La presencia de la pequeña localidad de Villasimius, uno de los balnearios más famosos de la isla, hace de esta zona un lugar único, con alojamiento y servicios de calidad. La zona se divide en dos bahías por el monte de Capo Carbonara, con playas pequeñas y grandes abrazadas por acantilados erosionados por el mar y el viento. Entre las muchas playas, recomendamos Porto Sa Ruxi, Porto Giunco, Is Traias y Simius.
Sus aguas se caracterizan por un paisaje excepcional, con formaciones de granito y escisiones del color de las margaritas y el mar. Cerca de Santa Caterina hay zonas de tierra entre zonas rocosas y densos pastos marinos, donde se puede ver el mero, el besugo, la dorada, gambas y langostas. Entre los mamíferos marinos hay delfines.
Podrá bucear aquí durante todo el año, un paraíso que le llegará al corazón.
San Miguel Arcángel - Collinas
En 1840, el pueblo de Collinas fue registrado por el abad Vittorio Angius con el antiguo topónimo Forru. Fue el filósofo Gian Battista Tuveri, su más ilustre ciudadano, quien adoptó en 1864, por decreto real, el nombre de Collinas. En la época medieval, el pueblo, perteneciente al juzgado (distrito sardo) de Arborea, formaba parte de la curatoria de Montis y dependía de la diócesis de Terralba, que se unió en 1503 a la de Usellus-Ales. La iglesia es accesible a través de una amplia escalinata, que se va haciendo más estrecha conforme llega a la fachada. En la parte superior, ésta termina en una coronación manierista doblemente inflexa de "gorra de carabinero". El paramento mural, hecho de hileras de sillares cuidadosamente escuadrados, alberga un alto portal enmarcado por una doble cornisa moldeada, que tiene en ambos lados un motivo fitomorfo decorativo. El color gris de la cornisa es adoptado también por los sillares dispuestos alternativamente a lo largo de los estípides. En eje con el portal, se puede ver una ventana rectangular arquitrabada. En la parte de la pared entre la ventana y el fastigio, surgen dos decoraciones simétricas de piedra con motivo en forma de espiral. Sobre la parte absidal del edificio descansa una construcción frente a la cual se encuentra el óculo abierto en la pared del fondo del presbiterio. En la parte izquierda de la fachada principal, hay un alto campanario inacabado dividido en tres órdenes. El primero, de caña cuadrada, termina en una cornisa. El segundo es poligonal, así como la cámara del campanario, y de menor tamaño. En la cámara del campanario, donde se colocaron monóforas, se puede encontrar los relojes. No se conoce la fecha de inicio de la fábrica de San Miguel Arcángel. Sin embargo, existe un recibo escrito en sardo con fecha de 7 de agosto de 1571 con el cual el picapedrero Juan Santus Porru, ya con la capilla del coro terminada, declaraba haber recibido veinte liras por el trabajo que estaba realizando en la iglesia. Al parecer, la iglesia, con planta de tres naves, ya se encontraba completa en 1590, incluso con las tres capillas abiertas a cada lado, aunque sin acabar. De fuentes documentales se desprende que en 1592 se hizo la tercera capilla de la izquierda, dedicada al Crucifijo, y que en 1602 se completó aquella dedicada a San Antonio Abad, ahora dedicada a San Ignacio de Laconi. Gracias a los documentos, también se sabe que en 1603 se completó la segunda capilla de la izquierda, en ese entonces dedicada a San Antioco y ahora a la Inmaculada. En 1616, se construyó la sacristía. La construcción de tres nuevas capillas es confirmada por un contrato con fecha de 18 de septiembre de 1650. La primera capilla de la derecha, antes dedicada a San José, fue reconstruida entre 1725 y 1728. De hecho, el 15 de agosto de ese año, el albañil Giuseppe Anedda emitió un recibo por el último pago. El alzado principal se sitúa cronológicamente en los años 1804-05. En 1684, se comenzó la construcción del campanario, cuyas obras fueron interrumpidas por unos años y luego retomadas en 1741, fecha a la que se remonta el nuevo contrato. Después de otra interrupción y posterior reanudación, con contrato de 22 de diciembre de 1753, finalmente se completó en 1760 la parte poligonal. Al año siguiente, la obra fue suspendida de nuevo debido a falta de fondos. La torre se finaliza en el siglo XX.
Genuri
Se encuentra a los pies de Giara di Gesturi, rodeado de campos de trigo, legumbres y olivares centenarios, de los que se obtiene un aceite especialmente fino. Genuri es un pequeño centro agrícola de poco más de 300 habitantes situado en la parte central de Marmilla, a unos 60 kilómetros de Cagliari. Se dice que el topónimo deriva de genna (puerta) y urus (toro). Su territorio estuvo habitado ya en época nurágica, como demuestran las ruinas de nuraghi, entre ellas la de santu Marcu, cerca de la iglesia rural dedicada al santo, en cuyo sitio se encontraron fragmentos de vajilla.
Las casas son típicas de la zona de Oristano, construidas con ladrillos sin cocer en la parte superior, escombros en los pisos inferiores: las habitaciones dan al patio interior con arcadas (sa lolla). Son muy conocidas las fiestas religiosas, dedicadas a San Marco, San Domino y en honor de Santa María de Monserrato sa Munzerrada, a principios de septiembre, con la elaboración de pan y dulces tradicionales.
El pueblo está atravesado por el río Saduru, que nace de la Giara di Gesturi, una vasta meseta basáltica y calcárea rodeada de paredes escarpadas y regada por estanques temporales. Por el parque se extienden frondosos bosques de alcornoques, robles pubescentes, encinas, acebuches y formaciones de matorrales mediterráneos. La fama de la zona está ligada a su belleza salvaje y virgen, habitada por animales muy raros: los caballitos de Giara, la única manada en Europa de pequeños caballos salvajes, cuyo origen está rodeado de misterio.
Iglesia de San Antonio Abad
È una delle chiese monumentali di Cagliari. Sant’Antonio Abate si trova all’interno quartiere storico di Villanova, ai piedi di Castello, in una delle strade più famose del capoluogo, via Manno, dove potrai abbinare visita storico-culturale allo shopping. L’attuale edificio è del XVIII secolo e sorge sopra una struttura preesistente, ossia la cappella di un antico ospedale, risalente al XIV secolo, parte integrante di un convento.
La facciata presenta un grande portale ad andamento mistilineo con ricca cornice modanata, reca lo stemma degli Spedalieri di san Giovanni di Dio. Sopra spicca una nicchia contenente la statua del santo, affiancato da un porcellino caratterizzante la devozione del santo verso i viandanti e gli animali. Era consuetudine un tempo portare qui gli animali il 17 di gennaio, alla ricorrenza del santo, per far impartire loro la benedizione.
L’interno ha pianta ottagonale coperta a cupola e sei cappelle laterali, inquadrate da paraste e voltate a botte. La decorazione è in stile tardo barocco, con intonaci di colore verde sui quali spiccano stucchi dorati. Nel presbiterio si erge un altare in marmi policromi. Sia quello del presbiterio che gli altari delle cappelle sono opera dello scultore Giovanbattista Troiani, mentre i pregevoli dipinti, tra cui uno del Cinquecento dedicato alla Madonna d’Itria, sono da attribuire a Ursino Buoncora. Lungo il portico di sant’Antonio, che raccorda la chiesa all’antico ospedale, è possibile scorgere resti di aperture tamponate, oltre a una serie di stemmi medioevali incastonati nella parete.
Da via Manno potrai proseguire la tua visita per i quartieri storici di Cagliari: dalle fortificazioni e i bastioni di Castello, alle viuzze e ai monumenti di Stampace, dalle eleganti vie e dagli altri edifici di culto, antichi e moderni, di Villanova sino alle caratteristiche strade piene di ristoranti tipici e negozi della Marina, affacciata sul porto con gli splendidi palazzi di via Roma, tra cui il Palazzo Civico.
Su Nuraxi
En Barumini se respira un aire especial: desde la prehistoria ha sido el centro de poder y de referencia de un rico territorio, la Marmilla. Lo demuestra su Nuraxi, no solo el nuraga más espectacular (y mejor conservado) entre los treinta que hay en esta zona, sino el testimonio más importante dejado por la civilización nurágica. La zona arqueológica comprende un nuraga complejo y un importante poblado de cabañas, un lugar único, que la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad en 1997. El sitio arqueológico fue sacado a la luz en los años cincuenta del siglo pasado gracias a las excavaciones realizadas por Giovanni Lilliu. Precisamente a él, «padre» de la arqueología sarda, se le ha dedicado un centro cultural, ubicado cerca del nuraga, donde se celebran conferencias, exposiciones, conciertos y talleres didácticos.
Su Nuraxi, construido en basalto, piedra volcánica procedente de un lugar cercano al parque de la Giara, presenta una estratificación de dos mil años, desde el s. XVI a. de C. hasta el s. VII d. de C.
El una torre central (torreón) y cuatro torres en las esquinas unidas por un bastión, y, alrededor, un laberinto de 50 cabañas, pozos y cisternas. El torreón, originalmente de 18 metros de altura, es la torre más antigua de todas, ya que se construyó en la Edad del Bronce Medio (s. XVI-XIV a. de C.); está formado por tres habitaciones sobrepuestas y comunicadas entre sí, con paredes que sobresalen, y su diámetro va disminuyendo desde la base hasta la altura. La cubierta era en tholos (falsa cúpula). Sucesivamente, en la Edad del Bronce Reciente (s. XIV-XII a. de C.), al torreón se la adosó una muralla con cuatro torres más pequeñas –en aquel entonces de 14 metros de altura-, unidas por lienzos orientados según los puntos cardinales. Desde el bastión de cuatro lóbulos se accedía a un patio con un pozo, al que daban las cuatro torres, todas compuestas por dos habitaciones sobrepuestas y con cubiertas en tholos. En la misma época se edificó la parte más antigua del poblado y se construyó un antemural con tres torres, es decir, una muralla defensiva, ampliada en la Edad del Bronce Final (s. XI-IX a. de C.) con más torres. También el bastión de cuatro lóbulos fue reforzado con una muralla de tres metros de ancho. De este periodo son las de planta circular con un único ambiente y . La más importante es la Cabaña 80, llamada Cabaña de las Reuniones, con un largo asiento en todo el perímetro y cincos nichos en las paredes donde se hallaron vasijas, ornamentos, utensilios, armas e imágenes votivas, lo que permite suponer que aquí se celebraban las reuniones de la comunidad. A principios de la Edad del Hierro (s. IX-VI a. de C.), el poblado quedó destruido y sobre sus ruinas se alzó otro con técnicas y decoraciones típicas de una sociedad más avanzada y en contacto con otras civilizaciones. Las nuevas cabañas, llamadas de «patio central» o «de sectores», presentaban paredes circulares y varias habitaciones cuadrangulares dispuestas alrededor de un patio enlosado. La habitación más significativa es la «rotonda», una pequeña sala cubierta en tholos, en la que había un asiento y una palangana en medio en la que se echaba el agua utilizada en los ritos lustrales relacionados con el culto a este elemento. Las cabañas de su Nuraxi representan un ejemplo único en la isla por su complejidad y evolución histórica. En el s. V a. de C., los cartagineses se impusieron a la civilización nurágica. Las dos culturas se mezclaron, pero el aspecto y la vida de este poblado no sufrieron grandes cambios. En los siglos II-I a. de C., algunos edificios del asentamiento fueron utilizados por los romanos como sepulturas. El sitio estuvo habitado hasta el s. III d. de C. y frecuentado incluso hasta la Alta Edad Media (s. VII).
El patrimonio arqueológico de Barumini cuenta con otra maravilla, otro nuraga complejo, su Nuraxi ‘e Cresia, sacado a la luz a finales del s. XX durante la restauración de la Casa Zapata, una residencia de barones sardo-aragoneses, construida a mitad del s. XVI sobre el edificio nurágico. Hoy, esta noble mansión formada por la casa, el jardín y un amplio patio de uso agrícola, alberga el museo homónimo, organizado en tres secciones: arqueológica, histórico-archivística y etnográfica.
Montessu
Excavada en un anfiteatro natural de roca traquítica en la ladera sur de la silenciosa colina de Sa Pranedda, está compuesta por más de 40 tumbas de distintos tamaños y diseños, alineadas simétricamente a lo largo de la pared rocosa, siguiendo un trazado que parece haber sido cuidadosamente planificado.
La necrópolis de Montessu es uno de los testimonios prenurágicos más importantes y fascinantes de la isla. Estuvo en uso durante un milenio y medio, desde el Neolítico final (3200–2800 a. C.) hasta la Edad del Bronce Antigua (1800–1600 a. C.), como lo demuestran los hallazgos cerámicos conservados en los museos arqueológicos de Cagliari y Santadi.
Este extenso cementerio prehistórico —declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2025 junto con otros 16 sitios prenurágicos sardos— domina con su presencia la llanura del río Palmas, que bordea el pueblo de Villaperuccio, en el bajo Sulcis. Además de la necrópolis, el valle alberga un parque arqueológico que incluye una allée couverte, dos nuragas y dos imponentes menhires de unos cinco metros de altura.
La necrópolis estaba vinculada a una aldea del III milenio a. C., cuyos restos pueden verse en la colina de S’Arriorxu. El territorio está salpicado de otras perdas fittas (piedras hincadas), otra necrópolis neolítica —la de Marchianna— y los restos de más de 40 nuragas. Desde la entrada del sitio arqueológico, un sendero asciende unos cientos de metros hasta el corazón del complejo. La mayoría de las domus de Janas de Montessu son pluricelulares: constan de un vestíbulo y una cámara principal con varias hornacinas, o de una sucesión de cámaras longitudinales conectadas por pasillos. Algunas presentan columnas toscamente talladas o grabados en las paredes. Los accesos se cerraban con losas de piedra encajadas, y en algunos casos, las entradas evocan un cráneo humano, una elección simbólica muy intencionada. Huecos, pequeñas hornacinas y cazoletas servían para depositar el ajuar funerario y los restos del difunto. Las sepulturas más sencillas son cámaras de un metro de diámetro con techos bajos: por la estrecha puerta se introducía al difunto en posición fetal.
Por su monumentalidad y arquitectura elaborada, destacan dos tumbas-santuario situadas en los extremos del anfiteatro natural, una frente a la otra: Sa Cresiedda (la iglesita), la más fotografiada, y Sa Grutta de is Procus (la cueva de los cerdos). Ambas presentan alineaciones megalíticas en semicírculo, entradas monumentales de casi dos metros de altura y un amplio vestíbulo. Tres aberturas dan paso a la cámara funeraria, dividida por robustas paredes en las que se abren portillos dispuestos en un patrón en espiral, símbolo de los ojos. Junto a estas estructuras se hallan otras dos domus relevantes por su simbología religiosa. Reciben su nombre de los motivos decorativos, en relieve o grabados, que las adornan. La “tumba de las espirales” está decorada en la antecámara con dientes de lobo en ocre rojo —color de la regeneración—, una protome taurina en la entrada, y en las celdas, guirnaldas, motivos en forma de candelabro, una falsa puerta que representa el paso al más allá, y numerosas espirales que simbolizan ojos o senos de la diosa madre. La “tumba de los cuernos”, de desarrollo vertical con pozo de acceso, presenta cuernos de diversas formas esculpidos en la entrada y en la bóveda, evocando al dios toro, semejantes a los de la tradición megalítica británica. La posición de las dos parejas de tumbas en los extremos del semicírculo rocoso responde a un diseño preestablecido: las tumbas monumentales estaban situadas para proteger las demás sepulturas y el descanso eterno de los difuntos.
Oasis del Monte Arcosu
Casi cuatro mil hectáreas de bosque, con un corazón de encinas y alcornoques, donde el ciervo sardo, símbolo de la fauna de la isla, deambula imperturbable. La reserva del Monte Arcosu es parte del mayor parque de Gutturu Mannu (gran cañón), dentro de una zona montañosa y forestal, incluyendo el territorio de Assemini, Capoterra, Siliqua y Uta, a unas decenas de kilómetros de Cagliari. Desde hace mucho tiempo una reserva privada de caza, empobrecida por los cazadores furtivos, el área ha florecido de nuevo después de la adquisición y establecimiento por el WWF en 1985 del oasis protegido más grande de Italia. La reserva está dominada por una montaña en forma de arco, de ahí el nombre de Arcosu, y atravesada por dos valles principales, largos y estrechos con pendientes pronunciadas, por donde fluyen los ríos Guttureddu y Sa Canna, que se encuentran a la entrada de la reserva y, después de unos pocos kilómetros, forman el río Santa Lucía.
El oasis se compone de dos lotes. El primero, adquirido por el WWF en 1984, corresponde en gran parte a la cuenca del Río Guttureddu, cuyo valle está dominado por el anfiteatro del Monte Lattias, la cima del oasis con 1086 metros: le parecerá una empinada pared de espirales de granito. Al suroeste, las montañas alcanzan alturas de 700-800 metros, al sureste, la reserva se extiende sobre colinas de 300-400 metros. Desde el lado oeste del Lattias, granítico y escarpado, comienza el segundo lote, un cuadrilátero de 600 hectáreas adyacente al primero, adquirido en 1996. Es un territorio sugestivo por la variedad de las cordilleras: incluye la vertiente norte de la montaña is Caravius, el pico más alto de los Sulcis (1116 metros), un relieve "suave" y cubierto de bosques. Al norte del lote se encuentran los "saltos" de la cascada su Spistiddatroxiu; al sur las crestas redondeadas, a veces interrumpidas por rocas de granito.
A lo largo de los senderos del bosque se respira el intenso aroma del matorral mediterráneo siempre verde: se mezclan estepa, brezo, lentisco, mirto, olivo y romero. A altitudes medias-altas, predominan el madroño, olivillo, encinas y alcornoques. Entre las especies arbóreas destacan también los enebros. Adelfas, sauces y alisos negros se asientan a lo largo de las vías fluviales. No faltan las peculiaridades: una población de tejones y una de álamos blancos, los residuos de un encinar primario y 46 especies endémicas. El cuadro se completa con ciclaminos, helechos y orquídeas. El espeso bosque es un refugio para el tímido ciervo sardo que corría el riesgo de extinción: en 1985 sólo se contaban aquí 80 ejemplares. Actualmente en la reserva viven más de mil ejemplares. Menos fugaz que el ciervo es el gamo, otra especie reintroducida: los admirará en un recinto a lo largo del río Guttureddu. Entre las 70 especies de aves rapaces destacan el halcón peregrino, el cernícalo, el gavilán, el raro azor sardo y el raro águila real.
Desde los dos centros de visitas del oasis parten 'senderos naturales', señalizados y practicables en dos horas, con paradas de descanso. El itinerario del río sa Canna, más exigente, parte de la entrada de la reserva y serpentea por un arroyo y un bosque hasta llegar a la cima de la colina que domina el centro. El sendero más fácil, que parte de la hospedería de Perdu Melis, pasa por los bosques que rodean el río Guttureddu. Además de las dos rutas, existen también senderos de trekking de 15-25 kilómetros, que suman un total de 80 kilómetros, diferenciados por dificultad y duración. Los tramos más impermeables y salvajes permiten con pacientes acechos avistar venados y aves rapaces. También hay excursiones nocturnas de verano y visitas a recintos de vida silvestre y cabañas de observación.
Las 3.600 hectáreas de la reserva representan alrededor de una décima parte de las 35.000 hectáreas del parque de Gutturu Mannu, un cañón atravesado por el río del mismo nombre y cubierto por una extensión verde. El parque alberga otros dos oasis de vida silvestre (Pantaleo y Gutturu Mannu) y es adyacente a la zona de Pixinamanna-Is Cannoneris, otras dos exuberantes extensiones de encinas, coníferas y matorrales, el bosque de Monti Nieddu.
Castillo de Acquafredda
Según la tradición, el castillo de Acquafredda fue construido por los Donoratico de Gherardesca cuando adquirieron la posesión del suroeste de Cerdeña. De hecho, el conde Ugolino de Donoratico, señor de Cagliari, hecho inmortal por Dante en el Canto XXIII del Infierno, se convirtió en su propietario en 1257, pero la fortaleza es anterior, mencionada en una bula papal de 1215. Tras la muerte de Ugolino (1288), pasó a Pisa, luego a los aragoneses (1324) y después de un señor feudal a otro hasta que fue rescatado por Víctor Amadeo III de Saboya (1785).
El castillo domina desde lo alto de una colina el territorio de Siliqua, que se encuentra a cuatro kilómetros. Ascendiendo por sus laderas, el panorama se extiende desde el verde valle del Cixerri hasta Cagliari, desde el Marmilla hasta el Iglesiente. Al amanecer y al atardecer, verás cómo sus sombras se extienden por el valle.
Se alza entre los arbustos del mediterráneo y está construido en tres niveles en armonía con la ladera. Se entra a 150 metros de altura por una puerta antaño defendida por tres torres unidas por una muralla. La central, recientemente renovada, sobrevive. Dentro de la línea defensiva, estaba la aldea con viviendas, almacenes, establos, cisternas y molinos. A media ladera, a unos 200 metros, se alza la poderosa torre de la cisterna, que proporcionaba un gran suministro de agua: el nombre de Acquafredda, no por casualidad, deriva de un manantial que brota de las rocas de la colina. En la parte más alta (250 metros) se alzan los imponentes muros de la torre del homenaje, residencia del castellano, a la que se accede por un puente levadizo. El edificio tenía un sótano con aljibe (hoy bien conservado), dos plantas y una terraza adornada con almenas "güelfas". La entrada conducía a un espacio abierto, alrededor del cual se disponían las habitaciones. En el segundo piso se puede admirar la torre de guardia intacta: tal vez Vanni Gubetta, cómplice del arzobispo Ruggeri (también en Infierno de la Divina Comedia) en la traición de Ugolino.
Al pie de la colina, podrás hacer un descanso tras su visita en un bosque de eucaliptos y pinos con una zona de picnic. Aquí podrás pasear por senderos y hacer observación de aves, en el territorio del Domo andesítico de Acquafredda, un lugar donde hay muchos motivos de interés: históricos, naturales, paisajísticos, geológicos y floro-faunísticos: aquí anidan aves rapaces poco comunes que sobrevuelan la fortaleza: cernícalo vulgar, buitres y halcones.
Isili
Isili se encuentra en las estribaciones de un altiplano que domina el valle del Sarcidano, en un paisaje de profundos valles y colinas. Se cree que el nombre de Isili deriva de «Ilienses», palabra utilizada para designar a una antigua población que, según el autor griego Pausanias (hacia 110-180 d.C.), se asentó en Cerdeña tras la caída de Troya. Los hallazgos arqueológicos en los alrededores indican que el hombre ha vivido aquí desde el Neolítico, como demuestra la existencia de un gran número de domus de janas. La arquitectura de Isili es típica de los pueblos agrícolas: la mayoría de las casas tienen un patio interior y una gran puerta arqueada que, en el pasado, permitía el paso de la maquinaria agrícola a través de los «cortes».
En los alrededores de Isili hay varios yacimientos arqueológicos de interés para todos los aficionados a la historia: además de las numerosas domus de janas, a las puertas del pueblo de Nurallao se encuentra el magnífico nuraghe de Is Paras. La hermosa fiesta de San Juan Bautista, que se celebra en junio, incluye una procesión con trajes tradicionales, bailes y conciertos al aire libre. Por último, pero no por ello menos importante, merece la pena visitar un museo muy especial de cobre y tejidos.
Parque de los Sette Fratelli (Siete Hermanos)
Un pulmón verde en el extremo sureste de Cerdeña. La zona de los Siete Hermanos incluye las cumbres montañosas y el bosque estatal del mismo nombre y el bosque de Monte Genis, y pertenece al territorio de nueve Municipios: Burcei, Castiadas, Maracalagonis, Quartucciu, Quartu Sant'Elena, San Vito, Sinnai, Villasalto y Villasimius.
El complejo montañoso, formado por siete cumbres (de ahí su nombre), alcanza picos de unos mil metros: el más alto es Serpeddì (1.067 metros). El oasis es un triunfo de la naturaleza, sobre todo de los bosques y las especies animales raras. Madroños, mirtos, brezos, enebros, alisos y encinas son el telón de fondo de encuentros con jabalíes, conejos, martas, gatos monteses, águilas reales, halcones peregrinos y ejemplares de azor sardo, ave rapaz endémica de Cerdeña.
En marcos naturales de rara belleza y rocas moldeadas por el tiempo, entre cañones y gargantas, como Baccu Anigiulus y el del río Picocca, entre pináculos, torres y valles surcados por ríos (los ríos Ollastu, Cannas y Maidopis), es habitual avistar ciervos y muflones. En Campuomu, en el cuartel forestal Dr. Umberto Noci que da la bienvenida a los visitantes, comienza un sendero hacia punta sa Ceraxa. A lo largo del camino se encuentra el Arco dell'Angelo, un monumento natural de granito rosa desde el que se puede admirar todo el valle de Castiadas, el estanque de Colostrai y el Campidano de Cagliari.
También merecen una visita en el bosque de los Siete Hermanos la cueva Fra' Conti, que según una leyenda fue el refugio de un ermitaño, su Stumpu 'e Giumpau, un escarpado bastión de granito, y sa Grutta 'e sa Pipia (la cueva de la niña). Mientras que el bosque del monte Genis es perfecto si te gusta la observación de aves, sobrevolado por halcones, lechuzas comunes y abubillas.
Y no faltan atractivos arqueológicos: todo el oasis conserva vestigios de nuraghi, asentamientos neolíticos y las ruinas de un monasterio protegido por alcornoques y encinas centenarias.