La Maddalena
Una carretera bordea toda la isla y ofrece, a lo largo de sus 45 km, espectaculares panoramas: granitos y pórfidos delimitan tramos escarpados, ensenadas solitarias, calas silenciosas, playas blancas y mar azul; mientras que tierra adentro se extienden las suaves colinas. La Maddalena es la principal isla de este archipiélago, el mayor no solo de la región histórica de Gallura, sino de toda Cerdeña, formado por más de 60 islas e islotes. Desde 1994, todo el archipiélago es un parque nacional, lo que ha garantizado que se haya conservado como una maravilla incontaminada del Mediterráneo. La isla es la meta ideal para unas vacaciones en busca de bellezas naturales: a tres kilómetros del centro, un sendero que atraviesa la maquia mediterránea lleva a la ría de cala Francese, famosa por su cantera de precioso granito, fuente de riqueza durante siglos. Al sur, siguiendo el paseo marítimo de Padule, se llega a los farallones de punta Nido d’Aquila, cerca de una fortaleza militar. No muy lejos, otra maravilla de arena y escollos pulidos: Punta Tegge. Al norte, calas de dunas de arena blanca finísima, rodeadas por rocas modeladas por la erosión: Cala Lunga, Monti d’Arena y Bassa Trinita, playa dominada por una iglesia del s. XVIII, lugar de profunda devoción. Al este, podrás disfrutar de la acogedora caleta de Spalmatore: arena de color crema enmarcada en el verde de la maquia mediterránea, embellecida por el rosa de las rocas.
La isla, habitada en la prehistoria, fue abandonada tras la caída del Imperio romano de Occidente hasta el s. XVII, cuando una colonia de pastores corsos se estableció en ella y creó la actual comunidad. Debido a su posición estratégica, paso obligado por el estrecho de Bonifacio, se utilizó como puesto defensivo avanzado, siendo testimonio de ello las diferentes fortificaciones, abiertas al público para su visita; precisamente, la ubicación de la isla atrajo el interés, entre otros, de Napoleón Bonaparte, derrotado por la flota capitaneada por Domenico Millelire (1793), oriundo de La Maddalena. Durante mucho tiempo se utilizó como base de la Marina italiana y de la Marina estadounidense, que abandonaron definitivamente la isla a principios de 2008. Los submarinos de los EE. UU. estaban atracados en Santo Stefano, cuarta isla del archipiélago por tamaño. Hoy, La Maddalena alberga una escuela de suboficiales y es sede de departamento marítimo. La ciudad, la única del archipiélago, cuenta con once mil habitantes. Su puerto está orientado hacia Palau, de la cual queda a 15 minutos en barco. En las callejuelas del centro se alzan palacios de finales del s. XVIII y la iglesia parroquial de Santa María Magdalena. En la sacristía es posible visitar el Museo Diocesano de Arte Sacro, donde se expone el tesoro de la santa patrona, que comprende el crucifijo y dos candelabros de plata donados por el almirante Nelson (1804). Es el lugar de la memoria histórica de la ciudad. En el puerto de cala Gavetta se alza una columna con la efigie de Giuseppe Garibaldi, que vivió los últimos 26 años de su vida en Caprera, unida a la Maddalena por el paso de la Moneta, un istmo artificial de 600 m. La segunda isla más grande del archipiélago era el ‘jardín’ del Héroe de dos mundos, famosa hoy por el Compendio Garibaldino, el museo más visitado de Cerdeña. El verde incontaminado de la isla está rodeado por el azul del mar que penetra en espléndidas ensenadas, a cual más bonita: destacan cala Coticcio, la Tahití sarda, la cala de los Due Mari y la playa del Relitto. A Stagnali, ciudad militar durante las guerras mundiales, hoy centro de educación medioambiental, está el Museo Geominero Naturalista, donde podrás admirar rocas y minerales raros, como enormes cristales de cuarzo, arenas de playa y fósiles. En la ciudad, podrás continuar la ruta cultural visitando el Museo del Mar y el Museo Arqueológico Naval Nino Lamboglia, dedicado a los restos de Spargi, una nave oneraria romana, que naufragó en las aguas de la espléndida tercera isla del archipiélago hacia el año 120 a. C. Verás una reproducción de la nave partida, a escala natural, con dentro 200 ánforas de vino y vajilla de mesa que se hallaron en el fondo del mar. Además de inmersiones en el mar, Spargi te permite disfrutar de obras maestras de la naturaleza, entre las que destaca cala Corsara, un bouquet de cuatro caletas de arena finísima, rodeadas de enebros, retamas y azucenas de mar.
Luogosanto
Un lugar "sagrado" y auténtico donde el tiempo fluye lentamente, acogedor destino de peregrinación, que debe su nombre a la devoción que caracteriza a su comunidad y a los 22 santuarios diseminados por su territorio. Luogosanto es un pueblo de menos de dos mil habitantes en el corazón de Gallura, en las laderas del granítico monti Ghjuanni, donde se encuentra un sitio nurágico con una intacta (y visitable) 'cabaña de las reuniones'. La fundación del pueblo se remonta a principios del siglo XIII con la llegada de los franciscanos, que establecieron el convento, uno de los primeros que se construyeron con San Francisco vivo. Hoy, renovado, alberga el Museo Natividad de la Santísima Virgen María, un centro de documentación de la Edad Media en Gallura, que recorre los acontecimientos histórico-religiosos locales y expone los exvotos donados a lo largo de los siglos a la Virgen niña. La basílica de Nuestra Señora de Luogosanto está dedicada a ella, realizada en bloques de granito con formas románicas por los franciscanos. Alberga una Virgen de madera ('Reina de Gallura') y, en el siglo XVIII, recibió el privilegio de la puerta santa: desde la década de 1970, una puerta de bronce de Luca Luchetti se abre a los peregrinos cada siete años durante un año. Según la leyenda, se erigió donde la Virgen se apareció a dos monjes dándoles indicaciones para llegar a las reliquias de los santos Nicolás y Trano. Los monjes las encontraron en un relieve rocoso: allí, en 1227, se construyó el santuario de los dos mártires, que incorpora la cueva donde se dice que vivieron. Conocido como ermita de San Trano, su altar es un bloque de piedra y la cueva forma un ábside natural.
Tras una despoblación de dos siglos, Luogosanto revivió en el siglo XVII gracias a los stazzi, típicos asentamientos rurales: se han contabilizado 350 en su territorio, cuya historia documenta el museo Agnana. Hoy en día, el pueblo está formado por estrechas calles empedradas y casas tipo palacios señoriales con pequeños balcones de hierro. Desde el pueblo parte un itinerario que te llevará a descubrir otros lugares medievales, a lo largo de pequeñas carreteras entre bosques de robles y monumentos naturales, para recorrer a pie, en bicicleta o a caballo. Visitarás los restos de villa de Sent Steva, un complejo ‘en uso’ hasta mediados del siglo XIV que constaba de 16 habitaciones con vistas a una plaza. En la esquina sureste se encuentran las ruinas del Palacio de Baldu, posiblemente propiedad de Ubaldo Visconti, juez de Gallura (1225-38). También pertenece al complejo la iglesia de San Esteban (siglo XVII). En la cima del monte San Leonardo se alza el castillo de Balaiana, al que se accede por una escalinata. Data del siglo XI y era la residencia de verano de los jueces. Permaneció en pie hasta la llegada de los aragoneses. A través de un camino desde la fortaleza se llega a la iglesia de San Leonardo, originalmente la capilla del castillo, hoy una rara arquitectura románica galurese. Cerca, otros santuarios: San Gavino de Li Coddi, cubierto de enebro, y San Salvatore, todo de granito. Cerca del pueblo se encuentra la iglesia de San Quirico, que a principios de agosto acoge una de las fiestas campestres que animan la comunidad de abril a noviembre. El punto culminante es a principios de septiembre, con la fiesta manna. No te pierdas en agosto Calici DiVini, una oportunidad para degustar el vermentino.
La Cinta
La Cinta es uno de los símbolos de la costa noreste de Cerdeña. Ubicada en el municipio de San Teodoro, esta playa se extiende como una tira de reluciente arena en forma arqueada que separa la laguna del mar.
Con cinco kilómetros de largo, esta playa de fina arena blanca y un azul azul se abre a una amplia bahía. Las pequeños y grandes dunas de ginegros seculares de la playa del Mar Partida forman parte de la Zona Marina Protegida de Tavolara Punta Coda Cavallo, junto a otra zona situada sobre la laguna, donde no es raro ver ejemplares de flamencos rosados y otras muchas aves locales.
Debido a su poca profundidad y sus aguas claras, es una playa perfecta para los niños, muy frecuentada por las familias, la juventud y llena de naturaleza. Hay una escuela de kitesurf donde se puede alquilar el equipo.
Calangianus
El pueblo de Calangianus está situado en una cuenca protegida por las tres vertientes de montes de granito con parte boscosa: Monte Lu Casteddu, Gaspareddu, Casiddu y Lu Colbu. En el Medioevo pertenecía al giudicato de Gallura, en el departameno distrital de Gèmini Josso. Tras el derrumbamiento del giudicato pasó a manos de los habitantes de Arborea, y a los aragoneses a finales del siglo XVII, periodo en el que es absorbido por el feudo de Fadríguez-Fernández. El centro histórico se organiza en una serie de calles, las principales empedradas en granito, con casas de piedra alrededor de la iglesia parroquial. Es de interés histórico la parroquia de Santa Giusta, con una fachada de granito, que data del siglo XIV y se adorna a principios del siglo XX con frescos del pintor sassarés Dovera y obras de mármol de Luigi Caprino. Destaca la pintura que representa la "Asunción" del pintor Andrea Lusso, del siglo XVI. El museo diocesano de Santa Giusta es de especial interés. Forma parte del Museo de la Diócesis de Tempio-Ampurias, que entre las sedes cuenta también con la de Castelsardo, La Maddalena, Martis, Nulvi y Perfugas. El espacio expositivo está ubicado en el oratorio de Nuestra Señora del Rosario, ya sede de la confraternidad con el mismo nombre, junto a la iglesia parroquial de Santa Giusta. El museo ofrece al visitante una variada colección de valiosas piezas del siglo XVI XVIII, sobre todo objetos litúrgicos como paramentos sacros, estatuas, ejemplares de platería y libros antiguos del siglo XVII. En el centro más antiguo del pueblo se levanta la pequeña iglesia de Santa Ana, de 1688. En la periferia, por el contrario, está la iglesia de Santa Maria de los Ángeles, con las ruinas de un convento con un pozo y varios espacios derruidos.
En los márgenes del poblado, en una panorámica colina, está la fuente Sigara, destino ideal para paseos por el bosque y los impresionantes paisajes. No lejos del centro poblado está el parque de Stazzana, un bosque de robles seculares. Hacia el occidente está la tumba de gigantes de Badumela. Más al sur se extiende el increíble valle del Río S. Paulu, con bosques de alcornoques, a las faldas del Monte Limbara. Cerca de la pequeña iglesia de la Virgen de las Gracias se extiende un camino que puede hacerse a pie o en bicicleta, para disfrutar del paisaje extraordinario que separa el valle del Rio Razzucciu hasta las faldas de los montes Bianchi, Li Conchi y Maratta. La vista abarca también las espléndidas islas de Soffi, Mortorio y Tavolara. Cerca de Calangianus están las tumbas de gigantes de Pascareddha, inmerso en un bosque de alcornoques, a las faldas septentrionales del Monte de Deu, en Gallura interior. Entre los eventos de Calangianus destaca en setiembre la Muestra del corcho y la fiesta de San Isidoro, con una procesión acompañada de una banda musical. El 24 de junio se celebra la fiesta campestre de San Juan en Liscia.
Oschiri
Oschiri se encuentra en Logudoro, en los confines de Gallura. Se encuentra en la llanura del valle de Limbara-Lerno, a 280 metros de altitud. Se puede llegar a través de la carretera nacional SS 199 que une Olbia con Sassari (conocida como la ruta directa) o en tren. Su territorio incluye el embalse artificial de Coghinas, hogar de numerosas especies animales, entre ellas los flamencos. Los hallazgos arqueológicos cerca del pueblo sugieren que la zona ha estado ocupada desde la época nurágica. El topónimo puede proceder del griego oschos (sarmiento de vid), con una posible referencia al dios Baco.
El centro del pueblo es uno de los mejores ejemplos de arquitectura rural, con sus calles estrechas, a veces empedradas, bordeadas de casas bajas y muy grandes. Se recomienda una visita al pueblo, con su característico trazado urbano, a los aficionados a la arquitectura. Los amantes de la naturaleza pueden visitar la zona de repoblación forestal de Su Filigosu y la zona de las laderas del Monte Limbara, espléndidos ejemplos de naturaleza salvaje.
Su Filigosu es famoso por sus rutas de senderismo y ciclismo, en las que podrá detenerse en una de las numerosas zonas de picnic y admirar las numerosas especies de jabalíes, ciervos sardos, gamos y ovejas muflonas que habitan la zona. También hay muchos tipos de setas. La zona, antaño poblada, está salpicada de yacimientos arqueológicos: domus de janas, dólmenes, tumbas de gigantes y una treintena de nuragas, todos bien conservados y fáciles de visitar. A unos 5 km del pueblo, se puede visitar la iglesia de Nostra Signora di Castro (sede de la diócesis hasta 1508). La iglesia, construida a finales del siglo XII, es de gran importancia histórica por su estilo románico lombardo. La iglesia tiene una fachada de traquita rosa embellecida por un imponente campanario peinado. Muy cerca, junto al lago, se pueden visitar las ruinas del castillo de Castro, una imponente estructura medieval. Las numerosas iglesias de Nostra Signora di Othi, San Demetrio y San Pietro son algunos de los testimonios más importantes de la Edad Media. A finales de agosto se celebra el Festival de la Panada, organizado por el municipio y los productores de Oschiri. Se trata de un gran acontecimiento gastronómico en torno a este plato típico, que consiste en una cáscara de masa salada rellena de carne y especias naturales. Sus ingredientes hacen de la panada un plato único, rico en proteínas y de sabor inimitable.
Milis
Milis es un antiguo burgo agrícola que se levanta a los pies del Monte Ferru. El territorio conserva numerosos restos arqueológicos, como los monumentos nurágicos Canale, Cobulas, Mura Cabonis y Su Livariu.
La economía del pueblo es típicamente agrícola, rica en naranjos y viñedos de los que se produce el famoso vino vernaccia y una miel particularmente aromatizada.
En el centro del pueblo se encuentra la parroquia de San Sebastián, que data del siglo XVII. La iglesia de San Pablo, del siglo XII, alberga pinturas de tradición catalana.
Se recomienda visitar el antiguo Palacio nobiliario Boyl, del siglo XVIIII. El palacio sirvió como residencia de verano de personajes ilustres, entre ellos Carlo Felice, Carlo Alberto, el general La Marmora, Grazia Deledda y Gabriele D'Annunzio.
Ahora alberga en su interior el Museo del vestido y la joya sarda, que puede visitarse con previa cita.
Es de gran interés el bosque de cítricos de Villa Flor, así como Villa Pernis, que surge en el interior del pueblo. Conocida por la producción de cítricos, se ha restaurado hace poco y será un centro de servicios para el turismo y de restauración.
A los cítricos se les dedica una fiesta en el mes de febrero. El evento más importante sigue siendo el Festival de los vinos nuevos de Cerdeña, muy apreciado y con muchos seguidores, que se celebra cada mes de noviembre.
En agosto se celebra el Festival Internacional de danza y música étnica La Vega, con la participación de muchos grupos étnicos de todo el mundo.
Laguna Marceddì
En la parte más meridional del Golfo de Oristano, en una posición extremadamente protegida, con vistas a una gran laguna frente al promontorio de Capo Frasca. Las viviendas características del pueblo de Marceddì, en el territorio de Terralba, se extienden entre caminos de tierra hasta un pequeño y característico pinar frente a la laguna salobre, originada por la entrada del mar. La parte más interior de la laguna, separada por un pequeño dique, se llama estanque de San Giovanni. Aquí entran los cursos de agua río Mogoro y río Mannu que suavizan sus aguas. En el paseo marítimo del pueblo hay un pequeño puerto y la iglesia dedicada a la Virgen de Bonaria, escenario -en la segunda quincena de agosto- de una fiesta durante la cual tiene lugar una emocionante procesión en el mar. El simulacro recorre las calles del estanque a bordo de un barco de pesca lleno de adornos, seguido de otros barcos con grupos de creyentes. Luego, turistas y visitantes participan en banquetes a base de pescado en los tradicionales statzusu.
La laguna y el estanque fueron antaño los antiguos lugares de desembarco del floreciente asentamiento fenicio-púnico de Neapolis, hoy son el hábitat de aves acuáticas que anidan en las orillas cubiertas de vegetación lacustre: garza imperial, focha común, ánade real y gallina sultana serán agradables encuentros entre los juncos. Entre el mar, la laguna y el estanque, la pesca es la actividad principal: no te pierdas las delicias locales gracias a los restaurantes e ictioturismo cercanos, donde encontrarás mariscos y una gran abundancia y variedad de pescados: mormoras, salmonetes, doradas, lubinas, mújoles.
Costa y laguna se funden con la arqueología, en un rincón de Cerdeña que siempre ha sido encrucijada de pueblos. Así lo confirma el floreciente emplazamiento de Neápolis, antaño un importante "mercado" mediterráneo, fundado por los fenicios y convertido más tarde en colonia cartaginesa (siglo VI a.C.), cuyos restos pueden verse aún hoy. Además, a pocos kilómetros, podrás visitar la antigua ciudad de Tharros, sitio arqueológico que cuenta al mismo tiempo la prehistoria y la historia de Cerdeña.
Marceddì también conoció un pasado cercano y más sangriento: fue escenario de incursiones de piratas. La Torre Vieja española (siglos XVI-XVII) se construyó para protegerla de los ataques: hoy es uno de los "lugares del corazón" de la FAI y se ha restaurado para evitar su derrumbe. En dirección sur desde la laguna, se puede llegar fácilmente a la Costa Verde y sus perlas - por orden de aparición Pistis, Torre de Corsarios, Marina de Arbus, Piscinas y Scivu -, mientras que al norte la belleza protegida de la zona marina de la península de Sinis: San Giovanni di Sinis, Maimoni, Is Arutas y Mari Ermi.
Museo de la Obsidiana
Situado a la entrada de Pau desde Ales, se creó en 1998 como museo de arte para promover la obsidiana, una roca vítrea que se encuentra exclusivamente en el Monte Arci, en Cerdeña.
Expone obras de Karmine Piras, la primera y más famosa escultora de obsidiana, y otras de los hermanos Atzori de Oristano. Actualmente se está construyendo la sección de arqueología, donde se exponen objetos descubiertos durante las excavaciones en la zona de Pau, así como una sección para la exposición permanente de minerales.
La visita al museo se completa con el sendero natural e histórico que conduce a la cima del Monte Arci y pasa por el yacimiento de obsidiana más antiguo de todo el Mediterráneo. Es especialmente interesante por los numerosos fragmentos que pueden verse a lo largo del camino. El general Alberto della Marmora, que visitó la zona en el siglo XIX, quedó tan impresionado que escribió en su «Itinerario» que nunca había visto tanta cantidad de esta brillante piedra negra en ningún otro lugar.
El pueblo alberga esculturas de obsidiana tan grandes que podrían figurar en el Libro Guinness de los Récords.
El museo es el único de este tipo en todo el Mediterráneo.
Piscinas - Costa Verde
Un maravilloso oasis lejos de todo: imponentes y sinuosas dunas de arena fina, cálida y dorada, de hasta 60 metros de altura, moldeadas por el mistral, que se extienden desde el interior a lo largo de varios kilómetros hasta sumergirse en el mar azul, infinito y reluciente. Piscinas, joya de la Costa Verde en el municipio de Arbus, parece una pintura oriental, un paisaje que deja sin respiro, una playa que no puedes perderte durante tu estancia en la isla, clasificada entre las más bonitas del mundo por la revista National Geographic. Tras recorrer caminos de tierra y arena, de repente aparece ante el visitante una amplia playa dorada que se extiende por más de siete kilómetros de longitud. En el horizonte, el azul del mar y el azul del cielo se funden, mientras que las dunas de arena brillante, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se mezclan con los colores de la maquia mediterránea. La vegetación crece exuberante: enebros centenarios de ramas retorcidas, lentiscos y acebuches que forman pequeños bosques y, en primavera, alhelíes, azucenas de mar y amapolas de arena. Aquí, de vez en cuando merodea el ciervo sardo, mientras que en la orilla las tortugas marinas depositan los huevos.
Gracias a su gran extensión, es fácil encontrar un lugar tranquilo donde tumbarse al sol. No es casualidad que un amplio tramo (800 m) se haya convertido oficialmente, en 2018, en la playa naturista más grande de Europa. Además, los centros urbanos están muy lejos y hay pocos establecimientos donde alojarse: tan solo un camping y un hotel cerca de las dunas. En la playa hay dos chiringuitos con buenas vistas y es posible alquilar tumbonas y sombrillas, canoas, patines de pedales y lanchas neumáticas. El aparcamiento está equipado para autocaravanas.
El límpido fondo marino se hace profundo casi de inmediato, pasando rápidamente de un mínimo de dos o tres metros a algunas decenas de metros. Si te sumerges en sus aguas podrás explorar los fondos donde, desde hace tres siglos, a 200 de la orilla, descansa una nave inglesa naufragada. La desembocadura de dos torrentes atrae cerca de la orilla a peces que buscan mújoles. A los amantes del surf casting les gustará saber que estas aguas están pobladas de herreras, corvallos y doradas. El mar salvaje de la Costa Verde rara vez está tranquilo y, por ello, es aconsejable bañarse siempre con precaución. El viento constante levanta olas largas y altas, lo que convierte a esta playa en un destino de surfistas: windsurf, kitesurf y surf de tabla aquí se practican incluso de invierno.
Para llegar a Piscinas, se puede ir por Guspini o Arbus siguiendo un itinerario que te permitirá adentrarte en el pasado recorriendo las antiguas minas de la zona. Luego, la carretera sigue hasta Ingurtosu desde donde se desciende hasta el mar por el valle de is Animas. El pueblo, hoy fantasma y parte del parque geominero de Cerdeña, durante más de un siglo ha sido el lugar donde se ubicaba la dirección de las minas cercanas pertenecientes al complejo de Montevecchio. En una atmósfera de far west, podrás conocer de cerca como era este pueblo minero con la villa del director y el edificio de la dirección, la iglesia y el hospital, las viviendas sencillas de los trabajadores, las minas con los pozos, las instalaciones y los lavaderos. La carretera desciende bruscamente a través de montañas de materiales de desecho, carros oxidados y vagones de ferrocarril abandonados, utilizados para transportar los minerales hasta el amarre de la playa.
Las dunas son características de toda la Costa Verde. Este paisaje sahariano, modelado por un escultor excepcional, el mistral, se ve no solo en Piscinas, sino también en muchos otros lugares. En Torre dei Corsari y en las Sabbie d’Oro de Pistis quedarás deslumbrado por la perfecta combinación del dorado de la arena, del plateado de las rocas y del turquesa y verde del mar y de la vegetación. En Scivu, otra joya del Mediterráneo, podrás admirar tres kilómetros de dunas y mar azul. Otra impresionante extensión de arena, también de dos kilómetros, es la playa de Marina di Arbus. Entre Torre y Marina se encuentran Portu Maga y Funtanazza. En el extremo sur de la costa de Arbus se alza el cabo Pecora, meta de los amantes de la pesca submarina.
Complejo de Iloi
El complejo consta de un nuraga, un pueblo y dos tumbas de los gigantes. A los pies de la elevación, se revelan varias domus de janas. El nuraga es un edificio trilobulado sobre el cual descansa, en la cara occidental, un cuerpo de forma subtrapezoidal. El núcleo original probablemente esté representado por este último edificio, que se desarrolla a lo largo del eje suroeste-noroeste y constituye la parte occidental del complejo. La estructura, incompleta debido a los derrumbes y envuelta por una densa vegetación en el lado oeste, presenta un perfil sinuoso en su cara nororiental. El lado suroccidental, mejor conservado (11,5 m x 5 m de altura máx.), está construido con hileras horizontales de bloques irregulares de basalto de mediano y gran tamaño. El mal estado de conservación impide identificar la entrada del edificio y el diseño de los interiores. Sin embargo, la forma subtrapezoidal sugiere que se trata de un nuraga de corredor (finales del Bronce Tardío-inicios del Bronce Medio). El nuraga trilobulado (Bronce Medio Avanzado-Bronce Reciente-Bronce Tardío) muestra un curso cóncavo-convexo. La entrada al complejo probablemente se abría en la pared rectilínea del lado suroriental, en el tramo comprendido entre las dos torres de las esquinas. De la torre expuesta al oeste, de planta circular, solo se conserva una pequeña sección de la pared exterior. La torre expuesta al este, accesible a través de una entrada arquitrabada orientada al sureste, presenta en su interior una habitación de planta circular con un nicho dispuesto en línea con la entrada (3,7 m de diámetro) y cubierto "a tholos" (5,4 m de alto). En la pared izquierda, a 1 m del suelo, se abre la entrada a un pasaje actualmente bloqueado por un derrumbe. Al noreste se desarrolla la amplia sección de lienzo cóncavo-convex que conecta esta torre con una tercera situada más al norte. El lienzo está construido con grandes bloques en "opus polygonale" en las hileras de la base, y con pequeños sillares cuadrados en las hileras superiores. La torre norte, obstruida por escombros, presenta al nivel del derrumbe una pequeña sección del paramento mural de la habitación. El lóbulo norte está conectado al edificio subtrapezoidal con una gran elipse donde se desarrolla un corredor. La torre central se conserva con una altura máxima de 2,5 m. La necrópolis cercana se encuentra frente al llano, con vistas abiertas al lago. La tumba 2 presenta el clásico esquema planimétrico: cámara funeraria absidada, corredor funerario cubierto, fachada arquitectónica con exedra. La cámara funeraria está dispuesta a lo largo del eje sur-norte, con entrada al sur (9 m x 5,53 m). El paramento mural exterior, sobre un crepidine en "opus polygonale", se compone de lastrones en "opus isodomum" (1,8 mm de espesor mural, paneles laterales, 2,73 m, ábside). La exedra, con banca interrumpida - en correspondencia con la entrada - por una plataforma circular, está constituida por hileras de piedras isódomas (11,6 m de cuerda máxima). La entrada al monumento, rectangular (0,35 m x 0,70 m. 0,35 m de espesor), se abre al gran bloque lastrón de la exedra. La puerta de cierre, encontrada a poca distancia, tiene forma de paralelepípedo y esquinas redondeadas. Un panel central tallado en relieve en una de las caras más grandes permitía la adaptación a la puerta. Las caras laterales y la superior contienen una cavidad para facilitar el movimiento de la lastra. El corredor, rectangular (4,7 m x 0,80 m), está construido en "opus" isodomum, con bloques verticales en la base y voladizos en la parte superior. De la pared del extremo se conserva un lastrón y un bloque superpuesto más pequeño. Es probable que el techo haya sido de ojiva trunca. El suelo está revestido con grandes lastras. Un "sillar dentado" trunco-piramidal (0,50 m de ancho), que fue encontrado, coronaba la cima de la exedra. La tumba data del Bronce Medio-Bronce Tardío. La tumba todavía está en proceso de excavación y estudio. Historia de las excavaciones Las excavaciones se llevaron a cabo por Giuseppa Tanda. La tumba 2 fue excavada en 1987, 1988, 1990. La tumba 1, el nuraga y el pueblo siguen en proceso de excavación. Bibliografía M. Sequi, [i]Nuraghi, manuale per conoscere 90 grandi torri megalitiche della Sardegna[/i], Robbiate, Multigraf, 1985, p. 21. G. Tanda, "La tomba n. 2 di Iloi a Sedilo. Nota preliminare alla campagna 1987", en [i]La Sardegna nel Mediterraneo tra il Bronzo Medio e il Bronzo Recente (XVI-XIII sec. a.C.), Atti del III Convegno di studi: Un millennio di relazioni fra la Sardegna e i paesi del Mediterraneo, (Selargius, Cagliari, 19-22 novembre 1987)[/i], Cagliari, Edizioni della Torre, 1992, pp. 55-69. [i]Sedilo. I monumenti - 1: I monumenti situati nell'area del progetto[/i], a cargo de G. Tanda, Villanova Monteleone, Soter, 1995, pp. 113-117, pp. 122-123. A. Depalmas, "Il territorio di Sedilo durante i tempi preistorici", in [i]Sedilo . I: La storia[/i], Cagliari, 1998, pp. 14-18.