Iglesia de San Pedro
La iglesia parroquial de San Pedro de Assemini pertenece plenamente a la tipología arquitectónica gótico-catalana, particularmente en su variante del sur de Cerdeña. El esquema de la iglesia deriva del de la iglesia parroquial de San Santiago en el distrito de Villanova en Cagliari, cuya mención más antigua data de 1346, y cuya reconstrucción en formas tardogóticas se remonta al siglo XV, mencionándose la fábrica del campanario entre 1438 y 1442. La iglesia parroquial de Assemini adopta todos los elementos de este esquema (que se caracteriza por la presencia de un campanario de caña cuadrada a un lado de la fachada con remate plano almenado y con contrafuertes oblicuos, un presbiterio cuadrangular más estrecho y más bajo que el aula de una sola nave, sobre la que se itroducen las capillas laterales). La fachada tiene un remate plano almenado y un portal apuntado con ceja, por encima del cual hay una gran luz cuadrangular abierta en lugar del óculo original. El alzado se ve aún más definido por dos contrafuertes oblicuos, cuya función era equilibrar el empuje ejercido por la bóveda de crucería del primer tramo, y por el campanario de caña cuadrada al lado izquierdo que, desarrollado en cuatro órdenes, es uno de los más altos de la isla. El interior está articulado en un aula de una sola nave sostenida por cuatro arcos apuntados a los que corresponden contrafuertes muy profundos. Entre ellos se abrieron, en diferentes épocas, las capillas laterales, tres en el lado izquierdo y cuatro en el derecho. El presbiterio, sobreelevado por un escalón respecto al aula, está conectado con el cuerpo del edificio a través de un transepto cuyos brazos no son más profundos que las capillas. La segunda capilla de la izquierda destaca por fuera respecto a las otras al estar articulada en dos tramos. En la actualidad, no existen documentos o inscripciones que permitan establecer una cronología precisa de las diferentes fases de construcción, desde la estructura primitiva hasta la realización de las capillas o la reconstrucción de la zona presbiterial. Sin embargo, estas fases se pueden deducir por la vía estilística. La estructura original, que incluye la fachada, los dos primeros órdenes del campanario (los dos superiores son del siglo XVIII) y los arcos que sostienen el aula, data de finales del siglo XV o principios del siglo XVI. Las capillas fueron construidas en el siglo XVI, pero en diferentes épocas. La reconstrucción de la zona presbiterial, que dio lugar a una transformación total de la capilla mayor (actualmente del mismo ancho y alto que el aula) y la adición del transepto, se remonta a no antes de fines del siglo XVI. La solución de la cubierta en la intersección con el aula se dio con una gran bóveda de crucería nervada con pinjante, mientras que los brazos y el presbiterio tienen bóveda de cañón. Véase el mapa y las secciones del monumento Historia de los estudios Estudiada previamente por Renata Serra, la iglesia es objeto de una breve ficha en el volumen de Francesca Segni Pulvirenti y Aldo Sari sobre la arquitectura tardogótica y de influencia renacentista (1994). Bibliografía G. Spano, "Antichità cristiane d'Assemini", en [i]Bullettino Archeologico Sardo[/i], VII, 1861, pp. 133-139. R. Serra, "Le parrocchiali di Assemini, Sestu e Settimo San Pietro. Note per una storia dell'architettura tardogotica in Sardegna", en [i]Atti del XIII congresso di storia dell'architettura. Sardegna[/i], I, Roma, 1966, pp. 225-243. R. Serra, "L'architettura sardo-catalana", en [i]I Catalani in Sardegna[/i], a cargo de J. Carbonell-F. Manconi, Cinisello Balsamo, Silvana, 1984, pp. 125-154. A.M. Lecca, "La chiesa di S. Pietro", en [i]Assemini. Storia e società[/i], a cargo de G. Sorgia, Assemini, Comune di Assemini, 1986, pp. 143-156. F. Segni Pulvirenti-A. Sari, [i]Architettura tardogotica e d'influsso rinascimentale[/i], colección "Storia dell'arte in Sardegna", Nuoro, Ilisso, 1994, sch. 10.
Mina de Nebida
El lavadero de ladrillos y piedra a la vista se asoma sobre la costa Masua, con proyecciones sugestivas entre las cuales sobresale el peñón del Pan de Azúcar, que admirará en una paseo panorámico. Del complejo de la vieja mina de plomo y zinc de Nebida, fracción de Iglesias, de la cual dista 15 kilómetros, quedan actualmente, además del majestuoso lavadero sobre el mar, el edificio de las oficinas técnicas y administrativas y la pequeña aldea minera. Es uno de los lugares más interesantes de la arqueología industrial de toda la isla, forma parte del parque geo-minero de Cerdeña, patrimonio reconocido por la Unesco. Llegará costeando la playa de Fontanamare.
Los primeros trabajos importantes de ingeniería minera se remontan a la segunda mitad del siglo XIX, simultáneamente a las minas del Salto Gessa de Buggerru. La aldea minera de Nebida comenzó a desarrollarse alrededor de la plaza, círculo de trabajadores, enfermería, edificios administrativos e iglesia. El centro albergaba en 1910 a tres mil personas, de las cuales un tercio trabajaba en la mina, actualmente cuenta con aproximadamente cien habitantes, casi una aldea fantasma. Las mismas obras de trabajo escalan la montaña. El estilo de construcción es neomedieval, típico de los sitios mineros, como muestran el marco de altorrelieves de las oficinas administrativas y las ventanas de arco agudo. Al mar se asoma el espectacular lavadero Lamarmora realizado en 1897, que trataba el plomo y el zinc. La estructura se compone de cuatro volúmenes superpuestos y descendientes hacia la costa, recorridos por arcos. A los costados dos hornos y dos chimeneas. Dentro se encontraban las instalaciones de separación y clasificación de los minerales, ambientes para su almacenamiento, máquina a vapor y sala de hornos. En la parte más baja, un depósito y un pequeño puerto para los barcos de transporte. El suelo es de barro cocido y la cobertura, ya perdida, era de madera. La mina conoció un prolongado período florido en la primera mitad del siglo XX, interrumpido solamente por las dos guerras mundiales, con un pico máximo en los años Treinta. Entró en decadencia con la gran crisis de la extracción de los años Setenta y Nebida se despobló.
Pueblo minero de Rosas
Rosas, descubierta en 1832 en la región de Narcao, fue reconocida como zona minera en 1849. En 1851, el rey Víctor Manuel II otorgó la concesión para extraer galena a la Société Anonyme de l'Union Minière du Sulcis et du Serrabus. De sus galerías se extraía plomo, zinc y hierro. El yacimiento permaneció en explotación hasta 1980, fecha de su cierre definitivo. El conjunto de edificios y estructuras mineras se restauró y reestructuró para convertirse en museo y centro de visitantes, dando lugar al Museo del Pueblo Minero de Rosas, actualmente sitio protegido por la UNESCO. Se trata de un gran museo al aire libre en un entorno de alto valor natural. El lavadero es el verdadero corazón de la mina, donde se pueden admirar los grandes molinos utilizados para trabajar el mineral, en perfecto estado de funcionamiento.
En la primera planta, las salas multimedia dan vida, a través de pantallas y «pozos», a la epopeya minera sarda y, en particular, a la historia de Rosas y de las minas de Narcao contada por sus protagonistas, los antiguos mineros. Otro espacio expositivo se abre a la plaza principal, en el centro del pueblo. En su interior, paneles explicativos, documentos y equipos de trabajo permiten revivir los acontecimientos de Rosas, desde su descubrimiento hasta su declive y renacimiento como gran estructura, entre museo y naturaleza. También puede visitar la galería Santa Bárbara, donde podrá ver los sistemas y las condiciones de trabajo en una mina de plomo y zinc.
También puede visitar la antigua oficina de correos y la dirección (ahora un restaurante), el horno de calcinación, los depósitos de almacenamiento (ahora un espacio de exposiciones), la fragua (ahora un bar), el hotel y el alojamiento de los mineros. Estos últimos han sido restaurados y convertidos en casas de vacaciones donde relajarse y descansar en el corazón de un entorno histórico y natural excepcional.
La visita es como una ventana abierta a la historia de una de las minas de plomo y zinc más importantes de Cerdeña y, sobre todo, a la vida de una comunidad estrechamente vinculada al duro trabajo de la minería.
Is Mortorius
La playa de Is Mortorius está en la localidad de su mismo nombre, en el municipio de Quartu Sant'Elena. Su lecho marino de grava está compuesto de arena de diferentes tamaños que llega hasta la orilla y los acantilados. En sus aguas claras, se puede observar una franja de rocas pulidas por el mar y habitadas por una fauna de caracoles y erizos de mar. En las proximidades también se encuentran las dos bahías de Baia Azzurra, rodeadas de vegetación y acantilados.
Isola Piana
La isla Piana, accesible solo por vía marítima, está al noreste de la isla de San Pietro. Como su nombre indica, la isla es una meseta plana ("piana" en Itaiano) con una altura máxima de 19 metros, que limita al norte con la pequeña roca de Santa Caterina, y al sur, en la punta del Tempiese, con su única playa. El resto de su territorio es áspero y rocoso. Las aguas que la rodean son claras y transparentes, y ofrece unas profundidades perfectas para el buceo, con extensiones de algas y bancos de peces multicolores. Durante años, en la isla Piana se practicó la antigua pesca del atún: en la roca de Santa Caterina se anclava un extremo de la red de la almadraba.
Durante mucho tiempo, las almadrabas carlofortinas de las islas Piana y San Pietro fueron las más grandes de Cerdeña. Hoy, este sistema de la isla Piana está revaluado gracias a la presencia de un pueblo turístico que conserva sus aspectos arquitectónicos originales. Uno de estos dos sistemas, la almadraba de La Punta, ahora de propiedad privada, se mantiene intacto y aún se utiliza para la pesca de atún que se hace en primavera. Desde el año 2001, el atún atrapado se envasa en conseva en una fábrica de Ussana para venta en el mercado. La almadraba y toda la isla son de propiedad privada, por lo que no se puede explorar su interior. Únicamente la playa de Punta del Tempiese tiene acceso libre para el público, y desde ella se puede ver la pequeña isla de Topi, una bella roca que aflora del mar.
Maladroxia
La isla de Sant'Antioco es la más grande de las islas más pequeñas que hay en Cerdeña. Está conectada a tierra firme a través de un istmo que probablemente fue construido por cartagineses, y posteriormente mejoraron los romanos. Sus costas son irregulares en la zona sur, con altos acantilados de roca oscura traquítica. Las zonas más arenosas están al norte. Los dos centros habitados más importantes son Calasetta, que dispone de un puerto turístico bien equipado, y Sant'Antioco, con varios servicios e importantes centros arqueológicos e histórico-artísticos. La playa de Maladroxia es ideal para aquellos visitantes que quieren disfrutar de aguas cristalinas, con un lecho marino poco profundo de arena fina gris, rodeado todo ello de rocas y acantilados.
El paisaje está dominado por la costa este del Golfo de Palmas. En la parte posterior de la playa está la localidad turística que lleva su mismo nombre, así como una colina coronada por el nuraga S'Ega de Marteddu. Es una zona de viento, por lo que es un destino ideal para surfistas, y es muy conocida entre los aficionados a la pesca submarina.
Selegas
El centro habitado ha conservado las características de los centros cuya economía se basa principalmente en la agricultura. La presencia de poblados nurágicos y los hallazgos arqueológicos en los alrededores indican que el hombre ha vivido aquí desde la Edad de Bronce. Además de los asentamientos prenurágicos y nurágicos, los restos púnicos y romanos también demuestran que Trexenta fue de gran interés para estos pueblos. El nombre de «Selegas» podría derivar de la abundancia de cultivos de centeno en los alrededores, cereal con el que se elaboraba el pan negro con el que la plebe romana saciaba su hambre, o bien del latín segetes (que significa «cereales variados» y, por tanto, «la tierra de Ceres» (diosa de las cosechas).
La estructura urbana del pueblo, típica de las zonas agrícolas, es especialmente interesante. Además, las casas están adornadas con murales, recientemente restaurados, que cuentan diferentes historias, desde temas renacentistas (como los de Liliana Cano) a los relacionados con la economía y la producción local, pasando por los inspirados en cuestiones sociales (Luigi Pu). La iglesia de Santa Ana, patrona de Selegas, se encuentra en el corazón del pueblo. En julio, se celebra una procesión nocturna en su honor, con una banda de música, carabineros a caballo y grupos folclóricos desfilando por las calles. Concursos de poesía y fuegos artificiales completan el evento. Antiguamente, también se celebraban carreras de caballos conocidas como su paliu de Sant'Anna. En el pueblo, merece la pena visitar la iglesia parroquial de Santa Vittoria, la iglesia de Santa Vitalia y la iglesia más pequeña de Sant'Elia, el oratorio del siglo XVI y los restos de N.S. d'Itria.
A sólo 2 km de Selegas, Seuni fue antaño una aldea agropastoril con una economía y tradiciones sólidas, pero hoy es un pequeño núcleo de unos 300 habitantes. Muchos de sus habitantes optaron por trasladarse a Selegas después de la guerra. La iglesia de Santa Vittoria Vergine Martire, del siglo XVI, merece una visita por su estructura arquitectónica. Las fiestas patronales, celebradas en honor de esta santa en mayo, incluyen tanto ceremonias religiosas como civiles. Por último, a los amantes del «arte pobre» en un entorno rural les interesará visitar el casco antiguo de Seuni.
Vallermosa
Su nombre significa «valle hermoso», del adjetivo español hermosa, que significa bello o fértil. Vallermosa se encuentra en un valle fluvial en el extremo oriental del Monte Linas, lindando con Villacidro, Iglesias, Decimoputzu, Villasor y Siliqua. La zona ha sido habitada por el hombre desde la noche de los tiempos, en época prehistórica, púnica y romana. Sin embargo, los orígenes del pueblo se remontan a los años comprendidos entre 1635 y 1650, cuando el marqués de Villasor, Blasco de Alagòn, organizó el movimiento de familias para cultivar las tierras de los pueblos abandonados de Pau Josso y Pau de Vignas. El pueblo creciò a partir de un nùcleo inicial alrededor de las actuales calles Lamarmora, Cavour y Salvo d'Aquisto, mientras que un segundo nùcleo creciò alrededor de las calles Lamarmora, Vittorio Veneto y Carlo Alberto. Las iglesias están dedicadas a San Lucifero, de los siglos XVII y XVIII, y a Santa María, una capilla rural.
Merecen una visita las ruinas del templo púnico de Matzanni y las termas romanas de los siglos III-IV, cerca de la iglesia rural de Santa María. La principal razón para venir a Vallermosa es sin duda la zona montañosa que la rodea, cubierta de exuberante vegetación sarda e irrigada por manantiales y fuentes naturales. A sólo 5 kilómetros del pueblo, el Parque Natural de Gutturu Mannu, que significa «grandes gargantas», ofrece la posibilidad de observar numerosas especies de animales en peligro de extinción. Hay muchas zonas de descanso para los visitantes: merenderos, mesas, bancos y barbacoas. A sólo 4 kilómetros del bosque de Gutturu Mannu se encuentra la zona arqueológica de Matzanni, que alberga tres templos de pozos nurágicos rodeados por un poblado de 12 cabañas. Entre los objetos descubiertos en el yacimiento destaca una estatuilla de bronce llamada "Barbetta", que se expone, junto con otros objetos descubiertos, en el Museo Arqueológico de Cagliari.
A sólo 4 kilómetros de la aldea, el nuraghe Su Casteddu de Fanaris se alza sobre una alta colina, ofreciendo una vista impresionante. Abundan los ríos: el campo está surcado por el río Madau Bobboi, el río Gutturu de Turturis, el río Cixedu y el río Murganu. Vallermosa se llena de color y ritmos alegres durante sus fiestas populares, con música tradicional sarda, bailes y desfiles con trajes antiguos. La fiesta de San Lucifer se celebra los días 20 y 21 de mayo, con solemnes celebraciones en la iglesia parroquial. Los días 7, 8 y 9 de septiembre es la fiesta de Santa María: el tercer día, la estatua de la santa es llevada en procesión desde la iglesia parroquial de San Lucifero hasta la capilla de Santa María, en una espectacular e intensa procesión de antorchas.
Serramanna
Serramanna se encuentra en la llanura del Campidano, donde el torrente Leni confluye con el Flumini Mannu. Desde la antigüedad, esta tierra fértil y llana ha albergado campos de trigo y numerosos cultivos de hortalizas. De hecho, el pueblo sigue siendo uno de los principales productores de frutas y hortalizas de toda Cerdeña. La etimología de su topónimo es controvertida: mientras que algunos historiadores creen que deriva de la palabra serra, utilizada para describir las colinas de diferentes alturas sobre las que se construyó el pueblo, otros creen que procede de la palabra que utilizaban los agricultores para indicar la disposición de sus montones de grano. La estructura urbana del casco urbano se extiende verticalmente hacia Samassi y Villasor, a lo largo de la línea de ferrocarril que atraviesa el pueblo. Las casas tradicionales son típicas de la llanura campidana: al borde de la carretera, su forma alargada está atravesada por una gran puerta de entrada, generalmente decorada con un marco de traquita o ladrillo cocido. Como en todos los pueblos del centro del Campidano, uno de los materiales de construcción característicos en el pasado era el ladiri, o ladrillo de barro.
El pueblo alberga el Museo de la Memoria y las Tradiciones de Serramanna, que pretende ser, tanto ideal como materialmente, un lugar de conservación de todos los testimonios de devoción que han existido en el pueblo. En mayo, la fiesta dedicada a San Isidro, patrón de los agricultores, también merece una visita, gracias a los actos sagrados y civiles que allí se celebran.