Un lugar encantado que une la magia de la montaña con sitios incontaminados en la costa, que son auténticas perlas: su golfo y el macizo de Gennargentu son un parque regional. Con siete mil habitantes, Orosei es una ciudad de la región histórica de la Baronia, ubicada en el valle del Cedrino, a dos kilómetros y medio del mar. Su economía se basa en la agricultura, la extracción del mármol y, sobre todo, en el turismo, alojamiento y servicios en general.
La costa, hermosa de día y animada durante las noches estivas, se extiende por más de veinte kilómetros en los que las playas de arena blanca se alternan con escarpados acantilados. Ante un mar tan azul, no podrás resistir la tentación de darte un chapuzón en cada playa. Como en la cala Liberotto, a once kilómetros del centro, una bahía de color azul esmeralda, amada por los surfistas y por los aficionados a las inmersiones, caracterizada por sus deliciosas playas de aguas cristalinas, como sas Linnas Siccas y sa Curcurica. Detrás de la playa, está la laguna de sos Alinos, hábitat de aves residentes y migratorias. A poca distancia, está cala Ginepro, con arena suave mezclada con guijarros. Cerca del pueblo está la Marina di Orosei, una bella playa de arena de unos cinco kilómetros con algunos tramos encantadores, como su Barone.Yendo hacia el sur, se encuentran otras joyas, como la amplia y larga playa de su Petrosu y cala de Osalla, una playa de arena dorada enmarcada por el verde de la vegetación a sus espaldas, tocando ya a Dorgali, famosa por sus fondos ideales para el buceo. Hacia el norte, destacan las playas de Fuile ‘e Mare, protegida por pinedas, Mattanosa, con arena blanca y rosada, y el oasis de Bidderosa, un paraíso natural con pocos rivales: cinco calas de arena blanca y fina con unas espléndidas aguas de color esmeralda. Detrás de la playa, eucaliptos, enebros y otras plantas mediterráneas.
El casco antiguo de Orosei está salpicado de iglesias –17 consagradas– entre las cuales destaca la barroca iglesia parroquial de San Jaime, festejado el 25 de julio, la iglesia de las Almas, con un púlpito de madera del s. XVIII, y la iglesia de San Antonio, con frescos del s. XV, al lado de la cual, el 16 de enero, se encienden las hogueras de san Antonio Abad. También hay una torre dedicada al santo, legado de cuando Urisè fue el centro principal de la curia. El primer asentamiento es romano (Fanum Orisi) del s. II d. C. Los testimonios prehistóricos más significativos son los nuragas Rampinu y el poblado de sa Linnarta. También merece una visita sa Prejone vetza (la antigua prisión española) y el Museo Don Nanni Guiso, ubicado en el Palatzos Vetzos, que presenta una colección de teatrillos de toda Europa, y una auténtica curiosidad: un retrato de Alberto Moravia pintado por Pier Paolo Pasolini. Las fiestas también están muy arraigadas en el pueblo, sobre todos las de Semana Santa: sos Sepurcros, via crucis y s’Incontru del día de Pascua. En mayo, se celebran san Isidoro y santa María ‘e Mare con las típicas procesiones. En las ferias dedicadas a la gastronomía, destacan los productos del mar y un dulce excepcional a base de queso: la seadas cubierta de dorada miel de madroño.