El pueblo de Villanovafranca se encuentra en el corazón de un paisaje suave, marcado por las colinas verdes y fértiles de la Marmilla. Se desarrolló alrededor de la iglesia de San Lorenzo y posee orígenes antiguos, atestiguados por los numerosos yacimientos arqueológicos que salpican el territorio. Villanovafranca estuvo habitada en época nurágica, púnica y romana, y conoció un importante crecimiento durante la época de los Jueces, como lo demuestra un documento de 1219 que menciona el pueblo y, sobre todo, el castillo de Las Plassas. Tras la caída del Giudicato de Arborea, al que pertenecía Villanovafranca, el territorio pasó a la señoría de Las Plassas después de un breve período de dominio aragonés, convirtiéndose posteriormente en feudo de la familia Zapata, hasta alcanzar finalmente su autonomía en 1839.