Iglesia de San Juan
La iglesia de San Juan Bautista de Assemini es un monumento único y fundamental en el ámbito de la arquitectura bizantina no solo en Cerdeña, sino también en toda la cuenca mediterránea. A la relevancia de las formas arquitectónicas se une la de los testimonios epigráficos en lengua griega custodiados en su interior, que mantienen la memoria del más antiguo soberano o rey de Cagliari. El edificio data probablemente del siglo X. Su primera mención documental es de 1108 y se refiere a la donación a la obra de la catedral de San Lorenzo de Génova por parte del soberano cagliaritano Mariano-Torcotorio I de Lacon-Gunale. La planta es de cruz inscrita en un cuadrado de 10 m por lado, con ábside al este. En la intersección de los brazos, con bóveda de cañón, cuatro robustos pilares en forma de L sostienen la cúpula dentro de un tiburio. La fachada, de aprox. 5 m de alto, está coronada por una pequeña espadaña. Las paredes son de piedra caliza, escuadradas en las esquinas y solo labradas en varios tramos de las paredes perimetrales, mientras que las bóvedas sí están hechas con mayor precisión. A los lados de los brazos de la cruz, se puede ver cuatro ambientes de 3 m de ancho, sobre cuyo origen hay dos hipótesis. La primera considera que fueron construidos en un momento posterior, por lo cual la iglesia habría nacido en cruz libre. La segunda indica que la planta en cruz inscrita se remonta a la estructura original. Sobre la cronología de la iglesia tampoco hay un acuerdo satisfactorio entre los estudiosos. En la iglesia se conserva un grupo de fragmentos escultóricos, que incluye las dos inscripciones con los nombres del arconte Torcotorio, de su esposa Getite y de Nispella, esposa de otro Torcotorio, documentados entre mediados del siglo X y mediados del siglo XI como nombres de las más altas autoridades en Cerdeña al momento de la transición entre la época bizantina y la de los juzgados sardos.
Basílica de San Saturnino
El contexto medioambiental La basílica, en el pueblo de Cagliari, se encuentra en una gran plaza. El área en la que surge, a los pies del cerro di Bonaria, se corresponde con la necrópolis cristiana más antigua atestada en el municipio.
Descripción El título es registrado, por primera vez, en un paso del diácono Ferrando, biógrafo de Fulgenzio, el obispo de Ruspe quien, en el primer cuarto del siglo VI, fue exiliado por el rey Trasamundo desde el Norte de África a Cagliari, donde residió dos veces y fundó un monasterio “iuxta basilicam sancti martyris Saturnini". El edificio sería construido como "martyrium" en honor a San Saturnino, martirizado en Cagliari en el año 304.
La planta original era la de una iglesia cruciforme de la Alta Edad Media, de planta central con cuatro brazos iguales y cuerpo central en cúpula. De esta construcción, quedan el cuerpo en cúpula y los restos del ábside de escarcela cuadrangular. La cúpula está unida a través de cofias de media crucería (que sustituyeron probablemente los trombas de cuarto de esfera) con hueco cuadrado, definido por arcos de pleno centro que descargan en pilares con columnas alveoladas de mármol rojo de África. En 1089, el título fue dado por Constantino-Salusio II de Lacon-Gunal, juez de Cagliari, a los Victorianos de Marsella, que reconstruyeron el monasterio e instituyeron, en San Satrunino, la sede del priorato sardo. A los monjes se les debe la reestructuración de la iglesia en forma protorrománica entre 1809 y 1119, año de la reconsagración. Durante esta fase, debida a las maestranzas provenzales, fue mantenido el cuerpo central en cúpula y fueron reedificados los cuatro brazos, de los que sólo queda íntegramente el oriental, de tres naves y ábside, con colgadura de caliza de Bonaria, señas de bicromía debidas a la inserción de dovelas volcánicas y al uso de sesgos de mármol. La nave mediana presenta una bóveda de cajón posicionada en una cornisa y martilleada por subarcos, mientras que las naves presentan bóvedas en crucería de cantos. En un manuscrito de Carmona, de 1631, hay dos diseños del edificio románico todavía íntegro, antes de que, en 1669, de los brazos en ruinas se extrajera material usado en la reestructuración de la catedral de Cagliari.
Torre de San Pancrazio y del Elefante
Las murallas de Cagliari rodean todo el perímetro del barrio histórico de Castello, el más importante de la ciudad e incluyen dos torres que han persistido en su integridad: las de San Pancrazio y la del Elefante. Cagliari es la ciudad más importante de Cerdeña. En su territorio, se concentra un tercio de la población sarda. Fundada entre los siglos VIII y VII a.C. por los fenicios, ha conocidos importantes fases de ocupación en la época púnica, romana, bizantina y judicial, convirtiéndose, en el siglo XIV, en la capital del Reino de Cerdeña. Pasando de manos de los aragoneses a las de los españoles y, después, a la de los piamonteses, conserva relevantes huellas monumentales de su pasado. Entre ellas, las antiguas torres y muralla que rodean Castello y dominan los barrios históricos de Villanova, Stampace y Marina.
La ciudad de Cagliari se desarrolló desde la época fenicio-púnica y romana con una serie de asentamientos a lo largo de la línea costera de la zona de Fangario en Sant’Elia. En la época bizantina, el pueblo costero estaba en fuerte regresión, a favor de la concentración de la población en el lugar interno de Santa Igia, al abrigo de la laguna occidental, donde surgían la catedral de Santa Cecilia y el palacio real de los jueces de Cagliari. El cerro de Castello, probablemente sede de un templo en la época precristiana, no estaba habitado. La urbanización del cerro surgió en 1217, cuando Benedetta de Lacon-Massa, jueza de Cagliari, donó a Lamberto Visconti el Castrum Calaris. El lugar se convirtió en la sede de la colonia pisana, con la iglesia de Santa Maria en la roca de la vertiente oriental. La destrucción de la ciudad judicial y episcopal de Santa Igia, llevada a cabo por los pisanos en 1258, marcó no sólo el final del reino de Cagliari, sino también el traspaso del obispado a Castello. A partir de este momento, las máximas autoridades religiosas y civiles residieron en Castello, sede (además de la de la catedral) del obispado, el antiguo ayuntamiento y del Palacio Real, hoy en día sede de la Provincia.
Iglesia de San Pedro
Fu cattedrale dall’XI secolo al 1418, anno in cui la diocesi di Barbaria, comprendente anche la Trexenta, fu accorpata a quella di Cagliari. Le vicende della chiesa di san Pietro, patrono di Suelli, sono strettamente legate a un altro santo, san Giorgio, personaggio carismatico, noto per beatitudine e miracoli, primo vescovo della diocesi di Suelli, a soli 22 anni. Sulle origini dell’edificio di culto si addensano nubi: le prime tracce scritte sono di poco posteriori alla morte del vescovo (1117) e riguardano le donazioni ricevute. Nel corso dei secoli l’edificio fu rimaneggiato più volte, eppure noterai chiare le impronte dell’impianto duecentesco, conservate in facciata. Il primo profondo intervento (XIII secolo) fu a opera di maestranze toscane, che trasformarono la chiesa in stile romanico-pisano.
L’aspetto dell’ormai ex cattedrale fu rivisitato nel XVI secolo in chiave gotico-catalana: furono costruite le cappelle e il campanile a canna quadra con ampie finestre e cornice merlata. Lo vedrai svettare nella grande piazza centrale, nella parte alta del borgo di origine medioevale. Attorno ad essa si dispongono irregolarmente a raggiera case e viuzze in pietra. Nel 1869 San Pietro fu ulteriormente (e definitivamente) ristrutturato. Modificata allora, la facciata si presenta oggi con tetto a capanna e lesene che sostengono cinque arcate. Dell’impianto originario restano basamento, una parte del portale, capitello di uno stipite e sagome delle arcatelle laterali. L’unica navata ha copertura lignea. Il presbiterio è quadrangolare con volta a crociera: vi accederai da un arco a sesto acuto poggiante su pilastri. Sopra l’altare ammirerai un retablo in legno del 1533-35, proveniente dalla bottega dei Cavaro di Cagliari. Nei dipinti sono rappresentati i quattro evangelisti, un Ecce Homo, i santi Paolo, Pietro e Giorgio vescovo, del quale ammirerai anche una statua lignea. In legno sono anche un pulpito multicolore del 1634, un tabernacolo decorato e un seicentesco coro. Una cappella custodisce un organo a canne del XVIII secolo.
Attraverso una cella del campanile ‘gotico’, accederai al santuario di san Giorgio. La sua facciata è liscia, di colore giallo tenue. L’interno è elegante con arredi antichi, come l’altare ligneo. Il restauro del ‘tempietto’ portò alla luce tre strati pavimentali. Il più profondo è altomedioevale, mentre nel secondo è stata rinvenuta una lastra in pietra che copriva un pozzetto sepolcrale con dentro frammenti di ossa: forse è il sepolcro del vescovo. Il santuario conserva anche un retablo del XVII secolo, che illustra la vita di san Giorgio, e un artistico reliquiario che custodirebbe parte del piviale del santo, celebrato ogni anno per cinque giorni dopo la Pentecoste. A lui è intitolato un suggestivo itinerario spirituale, il cammino di san Giorgio vescovo. Anche il maestoso nuraghe Piscu, monumento-simbolo di Suelli e di tutta la Trexenta, prenderebbe nome da lui: su piscu significa ‘il vescovo’.
Cagliari
Barrios históricos con vistas al mar, calles comerciales y lugares panorámicos, como el impresionante bastión de Santa Croce, donde es posible pasar una velada romántica tras una ardiente puesta de sol. Cagliari es la ciudad más importante y poblada de la isla con 150.000 habitantes que llegan a 430.000 con el área metropolitana. Es la principal puerta de acceso a Cerdeña y un importante puerto para los cruceros por el Mediterráneo. Cuenta con cuatro barrios antiguos que ilustran la historia milenaria de la ciudad, desde le prehistoria hasta los Saboya. El barrio del Castello se encuentra en la colina más alta y se caracteriza por la presencia de antiguos bastiones, hoy convertidos en terrazas donde disfrutar de la vida nocturna, y de pintorescas calles con antiguas residencias nobles, como el Palacio Real y el Palacio de la Ciudad, además de la catedral de Santa María. También tienen su encanto las torres medievales de acceso al Castillo, como la torre del Elefante y la torre de San Pancracio. Villanova está conectado al barrio del Castello por las escaleras del bastión de saint Remy: todos los años, por Semana Santa, en el barrio se respira un aire de apasionada devoción. En cambio, durante todo el año, podrás disfrutar de elegantes tiendas y de numerosos tesoros, como el claustro de Santo Domingo, la iglesia de San Saturnino y la basílica de Nuestra Señora de Bonaria, templo cristiano de Cerdeña. A los pies del Castello se extiende el barrio de la Marina, donde destacan algunos edificios espléndidos y los soportales de la calle Roma con el Ayuntamiento, llamado, en italiano, el Palazzo Civico. Este barrio, construido para alojar a pescadores y comerciantes, es el símbolo de una ciudad multiétnica. En él puedes visitar la iglesia de Santa Eulalia, con preciosos vestigios de época romana. El otro barrio histórico de Stampace se colorea todos los años el primero de mayo con ocasión de las fiestas de San Efisio, una cita esperada en toda la isla. Entre sus callejuelas se alza la iglesia barroca de Santa Ana. A pocos pasos del casco antiguo, no te pierdas el Anfiteatro, uno de los principales testimonios de época romana de Cerdeña, ni el Jardín Botánico, un oasis verde en el centro de la ciudad. Fuera del centro puedes admirar el castillo de San Miguel y el Tuvixeddu, la mayor necrópolis fenicio-púnica del Mediterráneo (s. VI-III a. de C.). Al final de tu visita cultural, podrás sumergirte en mil atracciones naturales: la laguna de Cagliari, el parque de Molentargius-Saline, que puedes recorrer en bicicleta observando el vuelo de los flamencos rosas, y, como no, el mar. Tómate un baño en el Poetto, una playa urbana de arena muy fina y ocho kilómetros de largo por donde puedes pasear a pie o en bici. También es aconsejable visitar esta playa por la noche, cuando muestra su lado más glamuroso. Desde el Poetto puedes ir de excursión a Calamosca y a la Sella del Diavolo. Por último, prueba las exquisiteces gastronómicas: los espaguetis con botarga y alcachofas, la burrida, a base de pintarroja y nueces, y la frègula con cocciula, bolas de sémola con almejas.
Jardines históricos de Cerdeña, historia de plantas y hombres
Un recorrido a través de perfumes y colores, arte e historia, descubriendo un patrimonio paisajístico representado por siete jardines históricos de finales del siglo XIX, una síntesis de arquitectura y botánica. Historias de plantas y hombres, de pasión por la naturaleza que une a personalidades destacadas aparentemente lejanas: el héroe Garibaldi, el ingeniero 'magnate' Piercy, el marqués 'iluminado' Aymerich. En 1866, el botánico Patrizio Gennari pensó en una colección de plantas en el centro de Cagliari: esa idea se transformó en el Jardín botánico, una extensión de cinco hectáreas con cientos de ejemplares, incluyendo plantas tropicales y un camino dedicado a las plantas de la Biblia. En su interior conserva un sugestivo espacio arqueológico: cuatro cisternas de época romana ambientadas en el proyecto neoclásico del genio de Gaetano Cima, que construyó a su alrededor un pequeño templo de ciencia botánica. Junto al Jardín Botánico se encuentran el anfiteatro romano y el y elJardín de los Capuchinos.
Lugares franciscanos, bienestar interior y sentido de comunidad
Acogida cálida y familiar, reglas sencillas y precisas, ritmo lento y reflexivo, momentos de compartir y de conocimiento, horas de relax en oasis de silencio y de paz. La hospitalidad franciscana es el "alma" de una experiencia de bienestar psicofísico y de intercambio cultural entre los viajeros y sus anfitriones, que reúne idealmente 14 centros sardos donde los seguidores de San Francisco de Asís han dejado una huella imborrable. En Gallura, desde principios del siglo XIII, los franciscanos eligieron los relieves de Luogosanto, donde, entre rocas de granito, se alza la Ermita de San Trano, hoy destino de peregrinación. En el pueblo los franciscanos erigieron Nuestra Señora de Luogosanto, basílica con el privilegio de la Porta Santa, que alberga a la reina de Gallura. En la sacristía se puede admirar el museo diocesano con muebles sagrados, estatuas y ex voto, incluyendo joyas finas. En busca de aislamiento, los frailes subieron al monte Rasu: se puede repetir el itinerario para conocer el lugar donde está tal vez enterrado Giovanni Parenti, ministro de la Orden después de Francisco. En Castelsardo, pueblo con vistas al mar, desde hace más de 500 años los menores conventuales residen en la iglesia de Nuestra Señora de las Gracias, donde se conserva lu Cristu Nieddu, crucifijo de enebro de principios del siglo XIII ennegrecido por el tiempo. En Mores, en el Meilogu, los capuchinos viven en el convento de San Antonio, lugar ideal para experimentar la experiencia franciscana.
Trajes y joyas, reflejo del alma sarda
Originales y llenos de significado, los trajes y las joyas tradicionales son el legado de las culturas que se han sucedido en Cerdeña: nurágica, fenicia, griega, bizantina y española. Nada de ellas se ha perdido, sino que todas han quedado reflejadas tanto en las costumbres sardas como en sus trajes y joyas. De ejemplos hay muchos, pero citaremos solo algunos. Para empezar, las vivaces y coloreadas cofias que se ponen las mujeres de Desulo en los días de fiesta. Ellas mismas las decoran bordando en miniatura los detalles de su vistoso traje tradicional: dibujos geométricos de color amarillo, rojo y azul, combinados con los adornos realizados según la fantasía de las hábiles y sensibles artistas. Completamente diferentes las mujeres de Tempio Pausania, austeras en su precioso traje tradicional de seda adamascada, todo negro. Despiertan la admiración de todos por la elegancia de su porte. En la cabeza llevan un velo de encaje blanco, sujetado por un broche de filigrana.
Los mares del sur, agua caribeña y alma africana
Extensiones infinitas de arena blanca se alternan con promontorios graníticos que caen a pico sobre aguas cristalinas de mil tonalidades. El sur de Cerdeña está salpicado de bahías con piscinas naturales donde los visitantes pueden pasar una agradable jornada practicando más de una actividad acuática. Sus aguas submarinas son ideales no solo para los amantes del buceo y del snorkeling, sino también para los amantes del relax que buscan panoramas únicos y exclusivos. Lugares escondidos y aislados donde tumbarse sobre la arena, disfrutar del masaje de las olas, caminar por la orilla, sumergirse y nadar en aguas cristalinas y, como no, relajarse bajo la sombrilla o un pinar cercano.
La Stonehenge del Mediterráneo
Cerdeña tiene una historia milenaria, ilustrada por los testimonios arqueológicos diseminados en todo el territorio. Los ejemplos de la prehistoria de la isla son innumerables: menhires, dólmenes, domus de Janas, pozos sagrados, tumbas de gigantes y un sinfín de complejos nurágicos. Grandes piedras que esconden secretos desde hace cuatro mil años. Construcciones, a menudo intactas, de las primeras civilizaciones que existieron en Europa, sitios únicos en el mundo, un patrimonio por descubrir y vivir: he aquí la Stonehenge del Mediterráneo.