En barco, en canoa, buceando, bordeando un acantilado de la Isla, podrás divisar, camuflados entre los arbustos, un nuraghe de "vigilancia" o una batería antiaérea, herencia de las guerras del siglo pasado, o un castillo medieval en lo alto de su pueblo. O, lo que es más probable, te toparás con una torre costera: hay un centenar dominando la costa sarda, construidas hace cinco siglos por la Corona de España. Y hoy en día siguen estando allí, en lugares estratégicos "elegidos a dedo", lo que garantizaban un mayor control en el mar, puesto que en aquella época estaba lleno de piratas sarracenos. Trepan por los bordes de altas penínsulas rocosas que sobresalen del agua, cubiertas de vegetación mediterránea y flores silvestres. A sus pies comienza un vibrante y colorido mundo submarino, muy buscado para el buceo y el submarinismo.
Pero si ves una torre desde la playa y no puedes resistir la tentación de compartir una bonita historia en Instagram, puedes ir fácilmente andando hasta ella tomando el camino más corto desde tu sombrilla. Y será aún más divertido conquistarlas en bicicleta de montaña o a caballo siguiendo las rutas que tras las playas pasan por paisajes insólitos, parques y lagunas, y llegan a la cima de los acantilados. La vista desde allí arriba son la imagen indeleble de las vacaciones que te llevarás a casa
A lo largo de diez kilómetros de playa libre y desierta, se camina por la orilla con el agua a los tobillos. Inspírate en las técnicas de las piedras calientes y, después de un baño, túmbate en los guijarros planos cargados de energía solar, estimulará el tono muscular y la circulación y la piel se alisará. Regenerado, llegarás al acantilado de la torre, donde la sesión de fitness termina con chapuzones desde las rocas y baños en aguas limpias y transparentes como las de una piscina.
El hermoso y perfecto paisaje costero de Villasimius se vive en todas las estaciones, más allá de la época para bañarse. Así que, zapatos cómodos en los pies y a partir entre acantilados, calas, playas de arenas impalpables y granos de arroz: las rutas llegan a los pies de Capo Carbonara, tras bordear el estanque de Notteri. En la cima se vislumbra una torre, difícil de resistir, se sube al acantilado y se llega a ella. Desde allí arriba no hay palabras.
Desplegadas en el último asentamiento que defiende la isla madre, aquí en Asinara se encuentran las torres de Trabuccato, Cala d'Oliva y Cala d'Arena y, a un brazo de distancia de la isla Piana, la torre Pelosa, astutamente la estrella de la web. A su alrededor se encuentra el parque y una historia por momentos legendaria. ¿Cómo visitarlas a todas? A pie, en bicicleta (también e-bike) o en jeep, de un extremo a otro de la isla. ¡Para sacarse el sombrero!
No es la más bella ni la más antigua, pero su vista de punto estratégica ha salvado a Cagliari de incursiones e invasiones. Ahora está de vacaciones y disfrutando de las vistas al mar de la ciudad, donde desde hace unos años se suceden los reconocimientos: para Luna Rossa es el paraíso de la vela, para Gambero Rosso es la ciudad donde mejor se come de Italia, para los que la conocen, es la green más agradable, candidata a Capital Verde Europea 2023.
De Bosa a Alghero, en moto o en bicicleta, hay 40 kilómetros de paisajes naturales en los que se puede llegar a pie a acantilados, arrecifes y calas poco visitadas. Bájate del asiento de montar y sigue los senderos por los arbustos del mediterráneo, uno de los cuales te lleva directamente a Torre Argentina, alrededor de la cual hay un paraíso blanco de piscinas naturales entre rocas pulidas por el mar. Ahora máscara y aletas, antes de salir de nuevo a la carretera.
Es el Sinis, cada escena es una emoción de asombro. También hay un "oasis" habitado por amiguitos algo tímidos, entre frescas arboledas y bosques con arbustos perfumados que de repente dan paso a un escarpado acantilado sobre el mar. Aquí te detendrás a esperar la puesta del sol, al lado una "centinela" de piedra, con la cámara o el smartphone en la mano, la naturaleza está a punto de pintar un cuadro irresistible.