El imponente castillo domina Bosa desde arriba. Fue construido en 1112 en lo alto de la colina de Serravalle por la noble familia toscana Malaspina dello Spino Secco, que se estableció en la isla a mediados del siglo XI. Se dice que el celoso marqués construyó un subterráneo desde el castillo hasta la catedral para que su bella esposa pudiera ir a la iglesia lejos de miradas indiscretas. Un día, en un raptus, le cortó los dedos y los envolvió en un pañuelo que, olvidada la locura, sacó de su bolsillo delante de sus amigos. Se le cayeron los dedos, fue descubierto y encarcelado. También según la leyenda, algunas rocas del castillo serían los dedos petrificados o testigos petrificados por el horror.