Visitar una ciudad-mercado abandonada es como viajar en el tiempo.

Caminando entre las casas en ruinas y la vegetación de matorrales, el visitante se sumerge en una atmósfera de misterio e inquietud, que le invita a imaginar cómo debió de ser el pueblo cuando estaba habitado.

Pero es precisamente esta atmósfera la que hechiza a los visitantes de Lollove, un pequeño pueblo agro-pastoral no muy lejos de Nuoro, situado en medio de exuberantes colinas verdes con espléndidas vistas sobre el valle.

Paseando por las estrechas calles empedradas que conducen al centro del pueblo, de aspecto medieval, bordeado de ruinas y de algunas casas centenarias aún intactas, se llega a la iglesia parroquial de estilo gótico tardío dedicada a S. Biagio, en cuya fachada destaca un hermoso rosetón y una entrada de traquita rosa.

Los 26 habitantes de Lollove, la mayoría ancianos, cuentan una antigua maldición que pronunciaron las monjas de la iglesia de S. M. Maddalena, del siglo XVII, cuando huyeron del pueblo, indignadas por el comportamiento de ciertas religiosas que preferían frecuentar a los pastores antes que dedicarse a la vida monástica.

Os convertiréis en agua de mar, nunca creceréis ni moriréis", dijeron al marcharse.