Una brizna de agua hiende la roca y atraviesa un bosque exuberante y fragante. Ésta es la imagen que la naturaleza ha pintado en los alrededores de Villacidro, en el Medio Campidano, imprimiéndola en una de las cascadas más espectaculares de Cerdeña, tanto que fue elogiada por Gabriele D'Annunzio en un soneto compuesto con motivo de una de sus visitas a la Isla en 1882.

Sa Spendula, el nombre de la localidad que lo alberga, significa "la cascada": es la caída repentina del río Coxinas, que nace en las puntas Santu Miali (en el sugestivo parque del monte Linas), en tres saltos consecutivos para una altura máxima de 60 metros de desnivel. Las aguas forman tres piscinas naturales en otros tantos puntos de caída y desembocan en una garganta de particular belleza natural, dominada por una torre de granito, conocida como las Campanas de Sisinni Conti.