La historia contada en los muros de un pueblo-museo. Orgosolo revela una profunda conexión con sus raíces bárbaras y con las costumbres y tradiciones del pasado: es la patria del canto a Tenore, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, así como pueblo de los murales. El pueblo, de cuatro mil quinientos habitantes, es famoso en todo el mundo por las sugestivas pinturas que adornan calles y plazas, casas del centro histórico y fachadas de nuevos edificios. Hablan de política y cultura, de disensiones íntimas y luchas populares, de malestar y justicia social, de la vida cotidiana y de las tradiciones pastorales. A finales del siglo XIX, el pueblo cobra protagonismo por su bandolerismo: el director Vittorio De Seta, en ‘Banditi a Orgosolo' (1961), describe su lucha en defensa de las tierras expropiadas por el Estado. Durante el siglo XX, se desarrolló el fermento cultural todavía activo del muralismo, originalmente un instrumento de protesta.