Con el término “giara” se denominan, en Cerdeña, algunos altiplanos basálticos, formados en el Oligoceno tras fenómenos volcánicos, caracterizados por paredes muy escarpadas, en “talud”, entre la Marmilla y el Sarcidano. En total, son tres, la de Gesturi, la de Serri y la de Siddi. La Giara di Serri cuenta con 650 m de alto, 3 km de largo y un 1,4 km de ancho. El topónimo (que Wagner asignaba al sustrato paleo sardo) se derivaría, según algunos, del catalán “haras”, indicando, con este término, el lugar en el que viven manadas de caballos. Pero la excepcionalidad de las “giare” no se limita a los aspectos geomorfológicos y florofaunísticos. La vista de la que se puede disfrutar desde estos altiplanos de las paredes acantiladas se mueve desde el macizo del Gennargentu a la llanura del Campidano, desde la Marmilla, con sus características dulces colinas, al mar, a lo lejos en las jornadas más tersas. El complejo arqueológico que se conserva en la Giara di Serri es verdaderamente espectacular. Se trata de un santuario nurágico que toma el nombre de Santa Vittoria de la vecina iglesia de dicho nombre. Cuenta con una extensión de, aproximadamente, 3 hectáreas y media en la zona del acantilado suroccidental de la Giara. Se trata de una vasta área que comprende edificios de diferentes funciones, pero todos relativos al santuario. El complejo está formado por cuatro grupos principales de estructuras: los dos templo (de pozo e hípetro), la cabaña del sacerdote con sus anexos, el recinto de las fiestas y el grupo formado por el recinto de doble betilo y por el recinto del este-sudeste. Una de las estructuras más grandes y representativas es el llamado “recinto de las reuniones” o “de las fiestas”, una vasta área amurallada de forma elíptica, de aproximadamente 75 m en su eje mayor. La hipótesis es que servía para las reuniones de las tribus de los alrededores y para las celebraciones comunitarias y mercados intercantonales.